Rebobinar antes de devolver: cuando el boom de los videoclubes en Cádiz

No hay dudas de que Internet fue el asesino prácticamente confeso de uno de los negocios más redondos que allá por los años 80 y 90 vivieron en nuestro país un auténtico boom. Hubo un tiempo en que cada barrio de Cádiz tenía su propio videoclub. El hecho de ver los últimos estrenos cinematográficos en tu propia casa nos parecía verdaderamente todo un lujo y el último grito. Y por qué no decirlo, nos hacía sentir modernos.

En Cádiz tuvimos el mítico J.J. en pleno barrio de Guillén Moreno o el videoclub «Toti» en la Avenida de Guadalquivir. En diciembre de 1982 abría en el número 33 de Avenida Cayetano del Toro «VideoCentro» dirigido por grandes profesionales, que decían las publicidades que podíamos encontrar en la prensa de la época.

En el local que hoy ocupa la agencia de viajes The travel band, en plena avenida abría un nuevo y enorme videoclub con los dos formatos que por entonces se manejaban en España: el BETA y el VHS. Todo un catálogo de títulos de ayer y hoy con solo dos condiciones: devolverla en la fecha comprometida y rebobinada al principio.

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Muy bien organizadas tanto en formato como por géneros, los videoclubs podían presumir de una amplia gama de películas.

Gracias a los videoclubes yo descubrí por ejemplo a Patrick Swayze en la legendaria «Ghost» que un día mi primo, que fue de hecho uno de los grandes consumidores de este negocio del que apenas quedan ya en Cádiz, nos trajo alucinado. Teníamos solo dos días para verlo. ¿Quién no pagó en alguna ocasión alguna penalización por no devolverla en su fecha?

A pesar de lo que tardaba desde su estreno hasta llegar al videoclub y de las que pasábamos hasta conseguir ese título que tanto deseábamos y siempre estaba alquilado, el negocio fue uno de los más prósperos de la década sobre todo de los 80 cuando solo teníamos dos cadenas de televisión. Ir a un videoclub formaba parte de los planes del fin de semana cuando eso de salir a cenar o beber por la noche no estaba tan de moda. Mientras salía aquella peli de la que tanto nos habían hablado, no teníamos ningún reparo en alquilar algunos clásicos. Cuando hablo de clásicos no me refiero ni a «Casablanca» ni a «Lo que el viento se llevó». Yo he visto en mi casa películas de Antonio Ozores o Andrés Pajares. Españoladas que le llaman ahora pero que a más de uno le sacaba más de una sonora carcajada.

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Los póster de películas, que en ocasiones le pedíamos al dependiente, cuando ya pasaban de moda, formaban parte de la decoración del videoclub. Como curiosidad de la época y del año de esta imagen, vemos a Naranjito, la mascota de los Mundiales de 1982.

Con el tiempo, los pocos videoclubes que aun quedan en la ciudad, se han ido amoldando a los tiempos. Lo agasajan de infinidad de chucherías y ahora incluyen videojuegos, películas en 3D y Blue Ray. Pero la piratería de la que hacen gala muchas páginas de Internet ha terminado matando por completo el negocio de la películas en casa. En cualquier portal de Internet podemos conseguir un enorme catálogo de cine sin movernos de casa ni abrir la cartera.

LOS RECUERDOS DE LOS LECTORES

Entre nuestros lectores, tal y como me había propuesto, han aflorado los recuerdos. Antonio Villanueva por ejemplo nos recuerda que había uno en Sacramento y otro en la Rosa. Incluso nos recuerdas las tarifas de la época: 40 duros al mes por coger una peli diaria.

Oscar Devesa nos refresca más la memoria con el videoclub Star y el Chaplin. Dice que Mundo Video era ya para echar la tarde allí… Lo mismo nos viene a decir Malu PC: recordándonos el de la calle Beato Diego esquina a Rosario, que años atrás fue un freidor.

Debía estar Cádiz minado de videoclubes porque nuestros continúan señalándonos algunos más: en la calle Encarnación, en Benjumeda, en Hospital de Mujeres, en la Cruz verde, en la Curva, Cristobal Colón, San Juan de Dios…

Jose Luis Varela se atreve a darnos incluso precio: en la Avenida hacerte socio valía alrededor de 11.000 pesetas y 200 cada vez que cambiábamos de cinta.

Finalmente, Jose Manuel Aragón nos pone la nota de humor con una anecdota genial. Cuenta que  en un videoclub cercano a la calle Venezuela tenían las películas porno en una estantería pequeña tapada con una cortinita negra. Apunta Jose Manuel con mucho arte que tiraban con una cuerda como si fuese a descubrir una placa de una calle. Ellos, por entonces con 15 0 16 años cuando el dependiente se enrollaba y dejaba alguna no se les ocurría otra cosa que cuando tiraba de la cuerdecita tatarear el himno nacional. «Callarse cabrones o os quedáis sin porno» decía el dependiente. 

@ManoloDevesa

Un comentario en “Rebobinar antes de devolver: cuando el boom de los videoclubes en Cádiz

  1. Hola Manolo soy Paco de donde conseguiste esas fotos, yo vivia al lado en Zurbaran , era socio de ese videoclub y conocia a su dueño Juan , muy buena gente, no se si seguira viviendo , ahora alli hay una agencia de viajes.

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