Vaya por delante que a mí no me gusta meterme en las creencias de las personas porque cada uno se hace fans de lo que le da la gana. Pero… Hay que ver esa misa de la Segunda Cadena, que eso no lo veía nadie, que falserío y ahora el Pablo Iglesias la ha hecho líder de audiencia…
Así podría empezar el Selu uno de los pasodobles de las suegras que este año ha subido a las tablas del Falla dedicado a esa polémica desatada a raíz de que el líder de Podemos haya pedido que se elimine la misa de La 2 que emite TVE desde hace muchos años. Y ese minoritario 6% o 7% que sigue el programa cada domingo por la mañana se ha revelado de tal forma que ha logrado triplicar la audiencia de la misa hasta llegar a un espectacular 19,3% y más de un millón de personas cuando nunca pasan de los 400.000.
No deja de llamarme la atención que cada una de las propuestas que hace el partido morado – como los atuendos por cierto de los sacerdotes de esta semana – sea recibida siempre con tanta controversia. No hay nada prácticamente de lo que propone con lo que no se monte la marimorena. Pero ¿es esto casual?
Más allá de la hipocresía y la vergüenza de una audiencia que tiene que esperar a que la amenacen con quitar su programa favorito para verlo en masa, cada una de las declaraciones de Pablo están siempre encaminadas a crear precisamente eso, polémica. Pablo ha crecido y se ha dado a conocer a través de la televisión del siglo XXI, la de los realitys, la discusión y los enfrentamientos. Y lo ha hecho a través de ese Sálvame de la política que es en realidad «La Sexta Noche» con broncas, gritos, insultos, demandas y en definitiva espectáculo a granel. Del que por cierto, siempre que tengo oportunidad le echo el ojo…
Así que Pablo parece haber intentado adaptar la forma de esa provocación catódica que tan bien le funciona a algunas televisiones al mundo de la política con la principal regla de no dejar indiferente a nadie. Porque sabe como muchos de los que acampan en islas o casas VIP, que sin polémica no hay chiringuito que valga. Ya saben, que hablen mal pero que hablen de mí. Y si uno se pone a reflexionar cuando muchos lo acusan de hacer política de gestos se refieren precisamente a eso. A gesticular más que a actuar para que al menos vean que no son invisibles.
En cuanto al tema que nos ocupa hoy que es la misa televisada, les confesaré que jamás he visto una. Si acaso algo de cuando la Infanta Elena se casó en Sevilla por la curiosidad de ser la primera que lo hacía. No soy practicante y por no saber no sé ni siquiera si soy católico. Estoy en eso que llaman agnosticismo. Y creo que merezco el mismo respeto que el que se arrodilla ante la pantalla de La 2 cada domingo por la mañana. Pero lejos de entrar en el peligroso juego de la prohibición, lo que hago sencillamente es no verla.
Otra cosa es que se cuiden los mensajes que se dan a través de la misa que deben ceñirse a lo que es la ceremonia religiosa exclusivamente. Porque no es la primera ni la última vez que desde el atril de La 2 se ha atacado por ejemplo a homosexuales o puesto en duda el papel de la mujer en la sociedad. Se debe exigir una limitación a este tipo de conductas porque entonces no estaríamos ante la fiesta del Señor si no ante un intento más de adoctrinamiento que tal y como apunta el señor Iglesias no hace si no «incitar al odio». Y eso, independientemente a la religión a la que cada uno pertenezca, deberíamos reconocer que es digno de ser prohibido.
@ManoloDevesa
Vaya por delante que a día de hoy aún no tengo claro si fue antes la gallina o el huevo. Lo que sí tengo claro es que huevo y gallina se necesitan para existir, porque sin gallinas no habría huevos y viceversa tendríamos el mismo resultado. Por tanto, e intentándome posicionar en una cima neutral que me permita ver el amplio paisaje, en los tiempos actuales del 2.0, creo que Iglesias y su bancada morada, precisamente muchas veces persiguen más «controversia» que acciones reales. Y es que, la opinión y la política del presente siglo, trasladada al ciudadano, no parece más que un concurso de popularidad o un clásico deportivo Madrid – Barcelona. Cada uno tiene su preferido, con mejor o peor argumentario, y raro es aquél que reniega de su color… aunque el lavado lo haya convertido en otro.
Yo tampoco veo la misa, la verdad… aunque la frase bien podría ser, yo tampoco veo la televisión. Puestos a elegir, preferiría que se criticaran programas mal llamados telebasura, porque de esos sí que alguien parece sacar buen rédito. Creo que aportan todavía menos que lo que puede aportar una misa para el que profesa esa religión… entendiendo que no pretenderá aportar nada al que no la profesa, pero que si perseguirá hacer las veces de «servicio público» para todos aquellos televidentes que están apuntados a ese religioso club y que, queriendo, no puedan asistir a sus sedes.
…he llegado aquí por casualidad y aquí te he dejado mi humilde opinión. La sociedad no es sino un compendio heterogéneo de ciudadanos y, nos guste o no, tiene que tener cabida y respeto para todo el mundo. Morados, rojos, azules, verdes, naranjas, amarillos… y hasta los que no tienen ningún color, porque todos tenemos un color preferido, pero no por eso es mejor que el otro, sólo diferente.
¡Un saludo!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola Hugo!! Gracias por entrar y dar tu opinión. Espero que no sea la última vez que te subas a nuestra particular azotea. Un saludo!
Me gustaMe gusta