Viajamos hasta el 4 de Marzo de 1947. El pueblo de Cádiz se prepara para un acto en el que la Virgen del Rosario, su Patrona, será coronada en una velada que se adivina como solemne. Para el acto, el muelle recibe con todos los honores a las Patronas de la provincia: la de Rota, Puerto Real y Barbate por mar. La de Alcalá, Chiclana, Vejer, Conil, San Roque, Jimena o la de San Fernando llegan por tierra. Ésta última por cierto con el paso de palio del Nazareno de Santa María.

La plaza de la Catedral es el lugar elegido para la reunión de imágenes que una vez finalizado el solemne pontificial que se celebra en el interior, se dirigen hacia San Antonio, lugar donde la Virgen será coronada. Lo hacen con un cortejo que lo abre el Beato Diego y los dos Patronos de la ciudad: San Servando y San Germán. Las calles están a rebosar. Y allí, en un templete situado en un rincón de la calle Veedor, la Virgen del  Rosario es colocada. Tras la bendición de la corona por parte del cardenal Segura y una pequeña lectura, éste y el alcalde de la ciudad, Francisco Sánchez Cossío se suben a unas escaleras para colocar la corona a la Virgen.

Es impresionante como todo San Antonio se arrodilla en ese preciso momento mientras que 19 cañonazos estallan en honor  a la Patrona de Cádiz. La fiesta ya está en la calle y por la tarde tiene lugar la procesión que devolverá a la Patrona a su convento de Santo Domingo. Eso sí, ya luciendo su reluciente Corona.

@ManoloDevesa