Ahora que la ciudad de Cádiz recibe a tantos visitantes, seguro que muchos de ellos se habrán quedado observando en algunas esquinas de nuestras calles unos llamativos pivotes de color negro, algunos de ellos metalizados. ¿Se han preguntado qué les contestaría si alguno de esos guiris le preguntan por la calle por su nombre y origen?

Responden al nombre de guardacantones y su origen reside en los numerosos asaltos que Cádiz ha recibido a lo largo de su historia. De esta forma, fue acumulando montones de cañones que decidió reciclarlos mucho tiempo después con un objetivo claro: proteger los cimientos de los edificios por donde hace mucho tiempo rozaban los ejes de los carromatos sobre todo en las estrechas calles gaditanas colocándolos en las esquinas.

Aunque la mayoría proceden de la batalla de Trafalgar (1805) y de los tiempos en que las tropas napoleónicas intentaron invadir nuestra ciudad (1810-1812), muchos de ellos datan de los siglos XVIII, XIX y XX y fueron rescatados del fondo de la playa de La Caleta o del saco de la Bahía de Cádiz. Otros, como siempre ocurre aquí, fueron descubierto bajo tierra. Observándolos, no crean que estos cañones eran tan pequeños. En realidad, bajo tierra se encuentra prácticamente más de la mitad de lo que vemos. Por cierto, que en Cádiz podemos encontrar unos 114. ¡Imagínense cuántos debía guardar la ciudad!

Entre los mejores conservados podemos destacar dos: el de la Plaza Mendizábal y el del Palacio de la Diputación que por cierto tiene una característica que no tiene ninguno de los 113 restantes: la boca de fuego la tiene hacia abajo.

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@ManoloDevesa