Si uno anda por Cádiz y sobre todo por el centro de la ciudad, visitará entre otros edificios el gran Mercado de Abastos para de paso, probar nuestra rica gastronomía. Y ahí, si va en coche, no encontrará mejor manera de acceder que coger por la calle Garaicoechea. Una de las calles más populares del centro, donde durante años se encontraba la lonja de frutas y hortalizas en el Campo del Sur y por donde entraba toda la mercancía del Mercado. Pero ¿cuál es el origen del nombre de esta calle, por cierto, nada gaditano?
Nos vamos al año 1730, y nos situamos en una especie de descampado al que conocían con el nombre de Corralón de Dapelo situado en un estratégico lugar de la ciudad que daba por una parte con el Campo del Sur y por otra, con la huerta del convento de Nuestra Señora de los Ángeles, de los Padres Franciscanos Descalzo. Aquel terreno es adquirido por la viuda de D. Pedro Garaicoechea, que junto a sus hijos levantan allí, la casa del arco, a la que el pueblo acaba llamando de Garaicoechea y que con el tiempo da nombre a la calle en su día llamada también Capuchinos o Callejón de Los Descalzos.
Pero, ¿quién era Don Pedro Garaicoechea? Con ese apellido, está claro que ni de Santamaría ni de la Viña era el muchacho. Pedro era natural de la Villa de Lesaca en los Reinos de Navarra y junto a su esposa Feliciana de la Passión y Ursúa tienen un hijo: Pedro Garaycoechea de Ursúa que en 1735, se casa con Catalina Mogaguren. Antes de desembarcar en Cádiz, Pedro hace su vida en en el Caribe, donde trabaja de vigilante de las costas en tiempos de guerra. Con el tiempo, se convierte en comandante del paquebot “El diligente” y más tarde capitán de la fragata “Nuestra Señora del Carmen” o “Galga americana”.
Con ese curriculum, Pedro acaba como Teniente de Navío en la Real Armada ya como vecino de Cádiz en 1766. Casado en segundas nupcias con Dña. Micaela Herrera Dávila, tiene tres hijos: Rafael, José y Feliciana, todos participantes y defensores activos de Cádiz.
Fue el padre de Pedro, el que adquiere junto al Convento de Nuestra Señora de los Ángeles (franciscanos descalzos) unas casas en 1675, y ahí mismo, su hijo Garaicoechea Úrsua decide reedificar la que actualmente conocemos y que se encuentra encima del arco, por entonces inexistente. Obligado a respetar la servidumbre de paso de la calle, a PEdro no le quedó más remedio que abrir un pequeño paso o “arco” en la planta baja que tomó el nombre de la casa; y por ende de la propia calle.
Aquí, os mostramos algunas imágenes del interior de la casa, que por cierto conserva su magia original:
@ManoloDevesa
Muchas gracias, vivo en la calle y siempre me lo preguntaba 🙂
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