En medio de una ciudad cada vez más llena de tiendas de souvenirs, bares, restaurantes y comercios sin personalidad, toparte con uno como Casa Serafín es como encontrarte un oasis en medio del desierto. Entrar en la famosa cuchillería es como retroceder hasta cuatro generaciones porque es lo que ha visto el pequeño local ubicado en la calle compañía de 1897. Si queremos conocer sus orígenes habrá que irse no solo hasta este año sino salir de Cádiz y situarnos en Castro Caldelas, en Ourense. Allí vive Serafín Gabriel Estevez hasta que una horrible epidemia destruye las cepas de Ribeiro, su principal fuente de ingresos y se ve obligado a emigrar. Aunque sus pensamientos estaban en Argentina, se cruza en Cádiz con una mujer dispuesta a cambiarle el destino.
Cargando con su rueda de afilar, Serafín se da cuenta cómo su oficio en Cádiz es muy bien recibido. De hecho y viendo las posibilidades que tiene, decide alquilar un local en la calle Arbolí hasta que en 1897 abre en Compañía «Casa Serafín», un negocio que visitarán desde toreros que llevan su espadas y estoques a afilar a carniceros, hosteleros o pescaderos. El negocio funciona tan bien que Serafín se anima a abrir una relojería joyería en lo que hoy es el Bar Brim, justamente al lado. Por desgracia, los saqueos de la Guerra Civil acaban con ella.
A partir de ahí, tres generaciones más seguirán los pasos del primitivo Serafín: su hijo Serafín Gabriel Moreno, que nace viendo a su padre entre cuchillas. Aunque tiene que emigrar a Buenos Aires, deja al mando a su esposa en la cuchillería hasta su vuelta a Cádiz. A Juana le acompañará la que será la tercera generación de Serafines: su hijo Serafín Gabriel Saucedo. Lamentablemente éste fallecerá a los 51 años de edad. Eso sí, dejando ya la que sería la cuarta generación: Serafín Gabriel Camacho, que hoy día regenta el centenario comercio además con muchos elementos de la época como el banco de trabajo o los mostradores. A él hemos ido a visitar conociendo un poco mejor los entresijos de un comercio tan antiguo como querido en la ciudad. ¡Muchas gracias por tu amabilidad!
COLECCIONISTA DE ANTIGÜEDADES
Aparte de mostrarme el interior del mítico comercio, Serafín me muestra su colección de antigüedades que van desde una enorme colección de navajas a relojes, uno de ellos perteneciente a la relojería que abrió su abuelo en el que hoy es el local del Bar Brim, justo al lado o los cuadros que han pintado de su clásica fachada. Por cierto, una de sus primeras máquinas, la que afilaba cuchillas de guillotina, está expuesta en el Museo Litográfico de las Puertas de Tierra.












@ManoloDevesa