La barrera de los 100.000

Cádiz recibía esta misma semana un nuevo aviso de lo que puede ser prácticamente su muerte. Creo que no les exagero porque tras los datos publicados este jueves en el Boletín Oficial del Estado (BOE) hemos conocido que la población de la capital gaditana ha vuelto a bajar en 897 personas. Familias y ciudadanos independientes que probablemente hartos de la falta de viviendas y trabajo decidían tirar la toalla y abandonar la capital. Cádiz se sitúa por tanto en los 110.914 habitantes. Bajar de los 100.000 provocará una hecatombe de grandes dimensiones porque el Ayuntamiento dejaría de recibir unos 40 millones de euros. Un auténtico drama que se vería reflejado probablemente en el día a día de la ciudad. Eso lo sabe el alcalde Bruno García que ha dicho que se les va la vida en que eso no ocurra. No seré yo quien ponga en duda la preocupación del equipo de Gobierno pero ahí está todavía el señor alcalde pensándose lo de la tasa turística por la que Cádiz podría recibir un dinero que se hace prácticamente indispensable viendo lo que está por venir. ¿Qué tiene que pensarse? Que hablamos de unos pocos de euros solo por visitante que no va a significar el fin del turismo en la ciudad. He repetido en más de una ocasión que está bien que se cuide al que viene pero sin olvidarse de los que vivimos aquí desde siempre y formamos parte de eso que tanto le gusta a la gente que viene de fuera.

Lo que es inadmisible es que si ya Teófila Martínez supo ver en su día lo que se venía encima y, prueba de ello es que Cádiz recibe el dinero como si tuviera más de 200.000 habitantes porque la ex alcaldesa así lo pidió dada las características de nuestra ciudad y sus limitaciones para crecer, sigamos casi diez años después sin hacer prácticamente nada. Cádiz necesita un cambio radical más allá de esa fuente de ingresos indispensable en la que se ha convertido el turismo y ese cambio no pasa solo por convertir a Cádiz en un parque temático para que nos visiten sino en una ciudad donde la gente quiera vivir. Si las muchas viviendas que gente de fuera de Cádiz han ido comprando lo hubiesen hecho para vivir aquí y no para veranear o especular, probablemente el censo no hubiese bajado tanto. Pero claro también es cierto que Cádiz debe trabajar duro para convertirse en algo más que en un destino turístico cuando llega el verano o el carnaval. Hablando en plata: Cádiz puede resultar atractiva para pasar unos días de vacaciones pero no para formar parte de su día a día.

La vida ha cambiado. Las diferentes ciudades se han ido amoldando poco a poco a la nueva realidad de una sociedad que pretende adaptarse al ritmo frenético de los nuevos tiempos. Sin embargo me da la sensación que hace mucho tiempo que Cádiz se olvidó de todo eso. Se quedó atrás. A la cola, como siempre de prácticamente todo. Y digo prácticamente porque luego bien que estamos entre los primeros por el precio más caro del metro cuadrado por ejemplo. El camino es largo. Reconvertir Cádiz en la ciudad que muchos queremos que sea no es fácil y hay que empezar desde los cimientos.

Necesitamos más viviendas tanto para el alquiler como para comprarla. A poder ser, a precios asequibles, claro. Transportes públicos competitivos que nos hagan la vida más cómoda. Grandes marcas comerciales en nuestras calles porque eso hará que a su alrededor muchos comercios locales puedan progresar con ellos. Para eso habría que facilitar las gestiones a quienes quieren invertir en nuestra ciudad. No acribillarlos a impuestos ni abusar en el precio del alquiler del local comercial. Asumámoslo: Cádiz ha dejado de ser la ciudad que fue siglos atrás y debe hacer una apuesta humilde sabiendo que lo que antes valía un local en una calle Columela atestada de marcas nacionales y comercios locales potentes, hoy no puede valer más en una calle de paso con algunas marcas conocidas pero ninguna lo suficientemente potente. Y por supuesto Cádiz necesita trabajo, industrias, fábricas…

A Cádiz la salva su clima, su belleza y su gente. El clima nos lo estamos cargando por mucho que muchos se empeñen en negarlo, su belleza puede verse trastocada cuando el Consistorio no tenga dinero para mantener debidamente sus monumentos, playas o calles. Y la gente que un día soñó con vivir en su ciudad, ha terminado cogiendo las maletas para irse. Ante semejante cuadro y la necesidad urgente de unirnos todos a una, yo solo veo división por todas partes. Ya no solo en la parte política sino entre los propios gaditanos. Cada vez que se hace alguna propuesta que busque revitalizar la ciudad, se topa uno solo con quejas y más quejas. Le pasó a Teófila, a Kichi y ahora a Bruno. Son los defensores de Cadi. Los que dicen quererla más que nadie. Me acuerdo entonces de aquella canción que la Piquer cantaba con tanta rabia. Esa que decía: «No me quieras tanto» y quiéreme mejor, que le agrego yo.

@ManoloDevesa

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