Mes de diciembre. Día ocho para ser más exactos. Sevilla luce ya su extraordinario alumbrado navideño y un numeroso público la visita como ocurre cada año. Sin embargo se van a quedar con las ganas de ver las luces al menos en el puente de la Inmaculada porque el motivo de que tanta gente haya acudido a la capital andaluza no es el alumbrado sino la madrugá que se han montado por el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, que aunque en principio estaba programado para octubre, finalmente se decidió pasar al mes de diciembre en uno de los puentes más atractivos del año. Claro y si hay algo que en Sevilla está por encima incluso de la propia ciudad podríamos decir es su Semana Santa. Así que con ocho pasos en la calle, las luces de Navidad pasaron a un segundo plano y ni se han encendido al menos en una buena parte de las calles que formaban el itinerario de la Magna que se celebrara ayer 8 de diciembre pero que comenzaba con los traslados el día antes.
¿Pega una Magna en pleno mes de diciembre? Probablemente no pero la fuerza de las imágenes que la componían ha sabido llamar la atención no solo de aquellos que dejan cada año a su propia Semana Santa para seguir la de Sevilla sino de esos otros que precisamente por ser fieles a la suya, no la conocían. Las imágenes de la provincia como Setefilla de Lora del Río, Consolación de Utrera y Valme de Dos Hermanas acompañaban en la Magna nada menos que a la Macarena, la Esperanza de Triana, el Gran Poder, el Cachorro y la Virgen de los Reyes. Si hablásemos en términos de concierto, diríamos que con semejante cartel, el éxito en taquillas estaría asegurado.
El olor a incienso ya se encargaba de trasladarte al mes de marzo o abril sin necesidad de pasar por ninguna Cuaresma. Para alguien como servidor, que era su primera vez ante imágenes como las que ayer procesionaron, les puedo decir que fue especialmente sorprendente el silencio que El Gran Poder origina a medida que va caminando. Un silencio que solo explica la vasta cultura cofradiera de una ciudad que vive esos días con una dedicación y una pasión desbocada solo comparable a la que se vive en nuestra ciudad con el carnaval. Bonita imagen la del Cachorro y especialmente llamativo el clamor que provocan la dos esperanzas: La Triana y La Macarena. Dos días de cofradías y trasiego en las calles que seguramente habrán dejado en la ciudad una buena cantidad de dinero. Como anécdota después de más de cuatro horas viendo cofradías involucrados totalmente, el cortejo finaliza y entra las conversaciones de la muchedumbre hay una que me descoloca: «¡Felices Fiestas!» le dice un hombre a una familia. Los miro algo perdido y exclamo para mí: «Coño, que es verdad. Si estamos en navidades«
@ManoloDevesa















