Durante mucho tiempo la voz de Iker Jiménez me acompañó en su etapa en la SER la noche de los fines de semana. De hecho guardo todavía en mi Ivoox las dramatizaciones de su icónico Milenio 3 que son una auténtica maravilla. A Iker lo recuerdo incluso cuando era colaborador del programa «Cada día» que presentó en Antena 3 María Teresa Campos por las mañanas. Cuando Cuatro, la cadena entonces del grupo PRISA, decidió premiarle con «Cuarto Milenio», me alegré y le he sido fiel durante muchísimos años.. De hecho soy de los que piensan que si la voz de Iker no suena un domingo por la noche, ni es domingo ni na. Sin embargo lo que está ocurriendo estos días con él no puedo decir que me haya pillado de sorpresa porque ha seguido la estela de otros profesionales del medio que un día decidieron salir del armario político y significarse públicamente.
Hace tiempo que la política se ha instalado en nuestras vidas de tal manera que ya no es ningún secreto saber más o menos de qué pie cojean algunos profesionales o medios de comunicación porque tampoco lo ocultan y están en su derecho. Lo malo es cuando aprovechan su puesto para manipular a la opinión pública o imponer sus ideales. Por eso cuando a raíz de la pandemia que coincidió con el primer Gobierno en coalición de la democracia, espacios como «El Hormiguero», «Sálvame» o «Cuarto Milenio» comenzaron a meter mensajes políticos en sus programas, lo vi venir. Que lo hagas en un informativo ya es deleznable porque estás adulterando la información con una opinión que nadie te ha pedido. Uno se lo puede esperar de tertulias o programas de reportajes de investigación pero no de espacios que se venden como puro entretenimiento como los de Antena 3 y Telecinco o en el caso de Cuatro un programa basado en el esoterismo. Todo ahí chirría mucho más con la conclusión además de que casi nunca suele acabar bien. Que se lo pregunten si no a Jorge Javier, Ana Rosa, Pablo o Iker que son día sí día no carne de las más sanguinarias críticas en las redes sociales.
Mi primera sorpresa con la nave del misterio me la llevé durante el confinamiento. Tuve que cerciorarme que la cuenta de Carmen Porter de X (antes Twitter) era la suya y no una parodia cuando la vi compartir uno de los muchos bulos que la ultraderecha estaba lanzando por esos días. ¿Cómo alguien perteneciente a un programa con la trayectoria de «Cuarto Milenio» podía caer en ese error? Poco a poco fui notando cómo se reforzaban entre sus contenidos los mensajes políticos. Recuerdo que hubo incluso especiales en YouTube con Iker y Carmen en un tono hasta entonces desconocido que supongo propició el nacimiento más adelante de «Horizonte», un nuevo espacio alejado hasta ahora de lo que habían hecho siempre. Nada de misterios sin resolver ni fantasmas de los que se te aparecen de la nada. En su lugar y para sorpresa de muchos (o no) el espacio fue dando cobijo a una serie de colaboradores con un marcado perfil ideológico que no tardaron en provocar la polémica. Para una parte de la audiencia aquello fue como una traición en toda regla. Para ellos, un viaje sin retorno.
Ha sido durante la tragedia de la dana de Valencia cuando todo esto ha terminado por explotar. Un error en una información por parte de Iker tanto en sus redes como en su programa ha sido aprovechado para sacar todo lo que una parte de la profesión (algunos de ellos con el mismo error a sus espaldas) y la población tenían guardados. Dejando claro lo injustos que están siendo con Iker Jiménez a quien le avalan sus muchos años de éxitos en el medio, lo que le está pasando es lo que se preveía que iba a pasar. Lo que le pasó a Jorge Javier cuando comenzó con su discurso continuado contra la ultraderecha, a Ana Rosa con sus monólogos contra la izquierda o a Pablo Motos con sus tertulias tan poco imparciales. Cuando la ideología se interpone, la credibilidad es la primera afectada e Iker no iba a librarse de ello.
Yo recuerdo, como gran consumidor de televisión que he sido, cuando uno ni siquiera se preguntaba a qué partido votaba tal actor o tal presentadora. Nos daba igual porque de ellos lo que nos importaba era su trabajo. ¿Qué más daba si aquella cantante con esa imponente voz votaba al PP o al PSOE? Yo quería escucharla cantar y ya está. Lo mismo me pasaba con aquel simpático presentador o aquella interesante periodista. Si ninguno de ellos se señaló políticamente fue probablemente para evitar lo que está ocurriendo ahora con determinados profesionales y eso que ahí no existían aún las redes sociales. Aún así nombres como el de Marisol, Norma Duval, Joaquín Sabina o Ana Belén y Victor Manuel entre otros muchos se sometieron a las críticas de los contrarios a sus ideales por decir sin tapujos a quien votaban.
Claro que cada uno puede pensar y hacer pública su opinión en un ejercicio de lo que ellos consideran responsabilidad pero eso tiene un precio y es el riesgo de echarte encima a esa parte de la audiencia que te sigue y no comulgue con tu ideología. ¿Acaso todo el mundo que veía Sálvame eran unos rojos y maricones o unos fachas que odian todo lo que huela a izquierda los que se decantan por Motos, AR o Iker? Es la polarización de una sociedad como nunca antes la había visto. A mi no me importó qué ideología tenía en su día Ramón García cuando presentaba el «¿Qué apostamos?», ni Jesús Hermida, Mayra Gómez Kemp, Joaquín Prat, Pepe Navarro o María Teresa Campos por decir solo algunos. Podían votar lo que a ellos les pareciese porque en su trabajo intentaban no incomodarte siendo imparciales y conscientes del puesto en el que estaban. Eso se agradecía porque al final te hacía valorarlos por lo que hacían y no por lo que pensaban.
@ManoloDevesa