El enemigo en casa

A medida que las fiestas navideñas se acercan, el Ayuntamiento de Cádiz va dando a conocer sus propuestas para que esos días tan entrañables sean además atractivos para el público. En el día de ayer nos enteramos que se pretende colocar una gran noria en la ciudad para que sea otro de los reclamos para acercarse al centro histórico en estas fechas tan señaladas. Rápidamente las redes sociales hacían su labor y despotricaban contra esta nueva apuesta como lo han hecho con el alumbrado de este año, que no tendrá nada que ver con el del anterior equipo de gobierno que se caracterizó por una mezcla de austeridad y desinterés que acabó con imágenes tan patéticas como la de la instalación del alumbrado en pleno 24 de diciembre. El gasto que generará todo esto parece ser la principal razón para tanta crítica. Y digo bien cuando matizo lo de parece porque en realidad es de nuevo la ideología la que empuja a este boicot ante cualquier cosa que se proponga o haga en la ciudad. Pero no son solo las navidades. La lista es larga. Apunten: quejas porque hay muchas procesiones en la calle, porque en Cádiz todo el año es carnaval y por los conciertos en el muelle o la playa por el ruido que generan a los vecinos. Los que criticaban la bandera que se ponía en la plaza de Sevilla durante el gobierno de José María González ya no lo hace ahora que se sigue poniendo igual. Quejas por el cambio del nombre del estadio y quejas para que se cambie. Se critica el pobre alumbrado de estos años atrás y se crítica el que van a poner ahora por abusivo. Indignación por los cierres de comercios y quejas por la apertura de los nuevos. Lo de la limpieza en las calles es cuanto menos llamativo. La ciudad lleva descuidada varios años pero según a quién le preguntes su respuesta es diferente. Entiendo que depende de quien mande en ese momento estamos ante la peor etapa de suciedad de Cádiz o se le echa la culpa a los incívicos, que también los hay.

¡Qué difícil debe ser gobernar aquí! Una ciudad que bajo el paraguas de la carga no deja títere con cabeza y desvalora todo lo que luego aprecia en otros lugares. Incomprensible. Porque ahí donde los ven muchos de esos que se ponen las manos en la cabeza por las desorbitadas luces de navidad que tendremos este año son los mismos que luego te ves en Sevilla maravillados y largando eso de que «este ambiente en Cadi no lo hay». Lo mismo pasa con los que criminalizan a los centros comerciales en la capital porque «hay que apoyar al pequeño comercio» pero luego hacen sus compras por internet y cuando tienen la menor oportunidad pasan el día en Bahía Sur, aquellos que critican las paguitas pero las solicitan o esos que criticaban tanto las peatonalizaciones o el carril bici de Kichi y ahora no se bajan de la bicicleta ni para pasear. Al final lo que consiguen es condenar a Cádiz a seguir siendo la ciudad a la que la provincia va comiéndole terreno lenta pero inexorablemente y a ser un destino en la que ningún inversor se atreve a poner dinero ante tanta desgana, crítica y pesimismo.

Por si era poco la carga, la desgana o el derrotismo tan propio del gaditano y que – a las pruebas me remito – nos han llevado a la situación en la que estamos, la guerra de ideologías ha venido a empeorar aún más las cosas. Porque una cosa es ser derrotista que ya es negativo de por sí y otra ser un hooligan ideológico. Progres y fachas vetando cosas para su ciudad dependiendo de quien las proponga bajo el falso argumento de mirar por Cádiz. ¡Ay, si hubiésemos mirado de verdad por nuestra ciudad y no por las siglas de quiénes mandaban en ese momento!

Cádiz debe pensar en grande. Creerse la capital porque eso siempre será positivo para nosotros. Todo lo que no sea mirar de verdad por nuestra ciudad y hacerlo por intereses de partido, no se le catalogará graciosamente de cargante, crítico o derrotista si no de enemigo. El enemigo en casa.

@ManoloDevesa

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