Parodia nacional

España ha celebrado como el resto de países en estos días los JJOO de París. Lo ha hecho con menos medallas de las que esperábamos. Todo hay que decirlo. Sin embargo estoy seguro que si de esos juegos formara parte la picaresca, probablemente España se llevaría todas las medallas de oro existentes. Porque ya me dirán si no se le puede adjudicar a Carles Puigdemont lo de desvergonzado y tramposo, que es en definitiva la definición de ser un pícaro en toda regla.

Hemos asistido el pasado jueves probablemente a uno de los capítulos más patéticos y bochornosos de la política en los últimos años en España. La llegada del ex presidente de la Generalitat justo el día en que Salvador Illa se convertía en el nuevo presidente de Cataluña a pesar del riesgo de detención que le esperaba aquí, se cubría en los diferentes medios de comunicación como todo un acontecimiento. No era para menos: La llegada de Carles a nuestro país era algo que por diferentes motivos mucha gente deseaba desde hace tiempo. Sin embargo las cosas se desarrollaban de la manera más bochornosa que se podía esperar.

A pesar de la orden de arresto que le esperaba en nuestro país y lejos de cumplir con la justicia, Puigdemont decidía hacer las cosas a su manera. Como con el famoso referéndum de aquella vez. Así que tras un baño de masas entre sus fieles y sabiendo que era el centro de las miradas, Carles se subía a un atril para dirigirse a todo el que quería escucharlo y luego desaparecer. Sí. Huir, fugarse, pirarse o simplemente najarse dejando a un país entero con dos palmos de narices y esa sensación que se le queda a uno cuando por ejemplo saben que les van a crujir en un restaurante y finalmente lo crujen. Coño, si estaba tan claro que esto pasaría ¿cómo es posible que no se haya evitado? Supongo que a veces vemos las cosas tan evidentes que nos resultan del todo inevitables.

Les aseguro que nadie más que yo aborrecería un Gobierno donde la ultraderecha formase parte y entiendo que una vez acabado el bipartidismo, la nueva política se haga a base de pactos y negociaciones que te permitan gobernar. Lo hemos visto en este primer Gobierno de coalición de izquierdas y lo veremos en los sucesivos de la derecha el día que lleguen a Moncloa. Me imagino además que no será nada fácil tener que desdecirse a cada momento de las promesas hechas en su día por mantener el Gobierno en activo. Tener contentos a los socios en definitiva para evitar cualquier conato de crisis. Pero también pienso que habrá algún límite en todo esto. Porque hemos pasado del ordeno y mando del bipartidismo a que venga un prófugo de la justicia del quinto pino a vacilarte en tu propia cara y que encima tú no digas ni mú. ¿Cómo impones seguridad a tu país?

Por mucho que haya voces que ya afirmen que con este movimiento Puigdemont ha pasado a formar parte de los juguetes rotos de la política, me cuesta entender que Sánchez se muestre impasible ante todo esto. Es verdad que en la vida como en el mus uno se sirve de estrategias para conseguir sus objetivos. Lo mismo la de Sánchez es una de esas partidas largas en las que su aguante y actitud terminan por aburrir al contrincante. Sucedió con Rivera, Rajoy, Casado o el mismísimo Pablo Iglesias. Lo malo en que en ese arte de aburrir, termine haciéndolo su electorado incapaz de entender las reglas de un juego cada vez más peligroso.

@ManoloDevesa

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