Hace unos días el ex presidente del Gobierno Felipe González asistía a «El Hormiguero» dispuesto a divertirse con toda la troupe del programa. A pesar del gran espectáculo y programa familiar que siempre ha pretendido ser, desde hace tiempo la actualidad política se ha metido entre sus contenidos dando lugar a tertulias y salpicando incluso las entrevistas. En la de Felipe, el ex Presidente se deshacía en explicaciones y en dar su opinión sobre varios asuntos relacionados en su totalidad con el actual gobierno de Pedro Sánchez.
Con sus defectos y sus virtudes, al PSOE de Felipe le debemos la modernización de nuestro país después de cuarenta años de dictadura franquista. Con 82 años y casi treinta después de su último mandato, es un gusto escucharlo contar las anécdotas y los secretillos de todo lo que rodeó sus catorce años de mandato. Sin embargo y desde la comodidad que le da su retiro de la política, González se ha erigido como uno de los llamados varones socialistas más críticos con el actual PSOE y en especial con su Presidente Pedro Sánchez. Su critica se asevera con su pacto con los independentistas o con Bildu. Se agradece la crítica a su propio partido. Se echa en falta sin embargo su opinión sobre una oposición cada vez más radical.
Me da la sensación de que Felipe no ha sabido asumir que aquella época del bipartidismo y mayorías absolutas ya acabó. Desde hace unos años a nuestra política se han unido nuevos partidos que hacen que tanto la izquierda como la derecha necesiten llegar a acuerdos para poder gobernar. La mayoría absoluta en las generales es a día de hoy prácticamente imposible obligando a sus políticos a ser cautos a la hora de las promesas en campaña. Porque si un día dices blanco pero tu socio exige el negro para formar gobierno, se intentará que al menos la cosa quede en gris para llegar al esperado acuerdo. Si con mayorías absolutas y en pleno bipartidismo las promesas de campaña se las ha llevado el viento, imaginen lo que será prometer algo hoy día sin la seguridad de que pasadas las elecciones puedas si quiera decidir sobre ellas. Por eso a la guasa del insomnio que le produciría a Sánchez su pacto con Podemos, los de Feijóo han decidido normalizar a la ultraderecha contradiciéndose lo que decían anteriormente y siendo conscientes de que algún día les hará falta para gobernar España.
Lo hacen muy probablemente con esa inseguridad que produce no ser dueño de tus propias palabras ante un escenario tan complicado como el actual. Por mucho que lo normalicen y sus discursos cada vez se parezcan más estoy seguro que ni a Feijóo le hace gracia pactar con VOX ni a Sánchez con la ristra de partidos que tanto le complican la vida. Jamás sabremos cómo hubiese actuado Felipe en la España de hoy con una clase política tan distinta a la de entonces. Hasta dónde hubiese estado dispuesto a llegar en sus pactos y sus negociaciones. En una cosa estoy de acuerdo con él. Ha dicho en alguna ocasión que «rectificar es de sabios y de necios tener que hacerlo a diario». Será por eso que muchos rectifican lo justo y necesario. Para quedar de sabios aunque en realidad sean unos auténticos necios.
@ManoloDevesa