Aunque no es más que un grano de arena en medio del desierto, con más o menos acierto, los diferentes medios de comunicación se han hecho eco esta semana del cuplé que la agrupación ilegal «Los intocables» cantaban en la tarde noche del domingo del llamado «Carnaval de los Jartibles». En él se hacía alusión a la terrible tragedia ocurrida en Valencia. Un incendio que se saldaba con varios fallecidos. Entre ellos dos niños de apenas unas semanas de vida. Probablemente y a pesar de la conmoción de todo un país, el ego de la agrupación era más grande que el propio dolor de las víctimas y cantaban el mencionado cuplé no sin antes advertir de que lo que iban a cantar sería fuerte. Supongo que era la manera de quitarse un poco de responsabilidad de encima. Se ve que lo del ego y la poca vergüenza era imposible. La agrupación ilegal terminaba su desacertado cuplé diciendo que «muchos con las fiestas no tienen paciencia, han adelantado las Fallas en Valencia» ante un público que no solo reía sino que la jaleaba bajo el grito de «Esto es Carnaval».
Nada más lejos de la realidad. Mi carnaval del que media España anda enamorada no es ni mucho menos esto. Es una explosión de creatividad, ingenio, ironía y crítica. Todo lo que esto no tiene. Que la priva de cuatro botellas de moscatel no te quiten la poca cordura que puedas tener fresco, que decimos aquí en Cádiz. Porque reírte de una letra que transmite tanta crueldad (que no mardá) alimentando al monstruo que la agrupación lleva dentro solo te hace poner al mismo nivel. Si la libertad en el Carnaval está en las coplas, también debería estar en la reacción del público que perfectamente podría habérselo reprobado.
Es cuanto menos llamativo que en unos tiempos en los que los chistes machistas y todo lo que lo rodea, sobre homosexuales o los que hacen alusión a defectos físicos o psíquicos son rechazados y con razón, el humor al que llaman negro tenga todavía sus defensores. Lo llaman negro aunque en el fondo signifique ofensa, molestia, daño, desprecio, imbecilidad y emane una hijoputez considerable. Son los mismos que se vanaglorian de que en el humor no debe haber límites. Si lo hay incluso en la ingesta de jamón y langostinos que paras por pura coherencia ¿cómo no te lo vas a poner en algo tan básico como el respeto al dolor de unas personas que no solo se han quedado sin un techo bajo el que vivir sino que han sufrido el infierno de perder a sus seres queridos? Así que no amigos, esto no es mi Carnaval. Al menos el del que, insisto, media España anda enamorada.
@ManoloDevesa