Cuando después de 40 años de dictadura, aquel 15 de junio de 1977 los españolitos depositaban el voto al partido que más les representaba, supongo por lo oído y visto en la prensa de aquella época, que aquello significaría no solo una bocanada de aire fresco sino la victoria (al fin) de la ansiada democracia. Yo no lo viví porque por entonces mi única victoria era cuando mi madre me daba el biberón o directamente su pecho pero entiendo que aquellos tiempos debieron ser ilusionantes. Entre otras cosas porque nada podía ser peor que cuarenta años de dictadura franquista. Imagino a toda una generación ilusionada con que Felipe, Adolfo o el propio Carrillo optasen a ser los candidatos a presidentes de una España cuyo objetivo era recuperar el tiempo perdido. Y lo entiendo porque después de lo sufrido tras más de cuatro décadas, que un país fuese testigo de cómo un grupo de líderes de diferentes ideologías dejaban sus diferencias a un lado para ponerse de acuerdo por un bien común, era como para no perder la esperanza de que no todo estaba perdido. ¡Qué envidia!
Estoy seguro que a pesar del miedo a lo desconocido, la mayoría de los ciudadanos tenían claro a quiénes dar su confianza. Sin embargo cuarenta años después y a solo unas horas de unas de las elecciones municipales más inciertas de los últimos años en Cádiz, la desilusión y el hartazgo hacen mella en muchos de nuestros ciudadanos. Todos tienen claro a quiénes no votarán. Lo que más dudas le crean es el nombre del partido al que darán su confianza. Sencillamente porque no se la tienen. Por esta ciudad han pasado tres alcaldes desde la llegada de la democracia; Carlos Díaz, Teófila Martínez y José María González. Cada uno de ellos con sus luces y sus sombras pero que han dejado en la ciudad un reguero de desconfianza y decepción que ha provocado este desinterés e indiferencia general. A esto han ayudado y mucho los diferentes gobiernos nacionales y autonómicos que, no se sabe bien por qué, han golpeado a Cádiz de una manera cruel y constante.
Dentro de unas horas los colegios se abrirán para que los ciudadanos puedan hacer uso de su derecho al voto. La desilusión es palpable y claro que está usted en su derecho a no hacerlo. Sin embargo es importante que todos votemos. A pesar de la decepción y del hastío. Utilicemos al menos esta jornada de reflexión para pensar principalmente qué es lo que no queremos para nuestra ciudad. De no hacerlo, decidirán por nosotros. Como se hacía antes de ese mágico 15 de junio de 1977. Y si en algún momento nos vemos decepcionados por ellos, habrá que hacérselo saber. No nos quedemos callados como si solo tuviésemos voz y voto cada cuatro años. El conformismo y fanatismo político, venga de donde venga, solo nos llevará a seguir condenando a Cádiz a ser una de las ciudades más maltratadas de España.
@ManoloDevesa