Las últimas navidades

José María González se dispone en estos días a vivir su última navidad como alcalde de la ciudad. Lo ha decidido él tal y como prometió cuando llegó a la alcaldía hace ya cerca de ocho años. Nos encontramos pues en los últimos meses de una etapa donde la ilusión y la decepción han ido de la mano casi desde el primer día. Kichi se va tropezando de nuevo en estas fiestas con la misma piedra con la que lleva tropezando desde hace dos legislaturas. Y es que a pesar de una mayor inversión, la improvisación parece haber vuelto a protagonizar un nuevo capítulo del alumbrado extraordinario de Navidad. Aunque las voces más críticas insistan en que es muy mejorable, lo cierto es que se ha mejorado con respecto a otros años. Pero eso sí, dejando en el aire la sospecha de que el interés por este tema en cuestión es cuanto menos escaso. Porque, hablemos claro, te puede ocurrir una o dos veces. Comprensible los primeros por la falta de experiencia. Pero que las últimas navidades se vayan a recordar de nuevo por el atraso de la instalación del alumbrado extraordinario es para al menos plantearse la posibilidad de que a lo mejor nada de esto sea producto de la casualidad. Cuesta creer que ni a unos meses de las elecciones municipales se curren algo que desde que llegaron desprende tantas críticas. Ahí ha estado de hecho la oposición para hacer leña del árbol caído con más esmero si cabe que años anteriores.

Da rabia ver como se le atragantan una y otra vez temas tan básicos en el día a día de la ciudad: limpieza, transportes, mantenimiento urbano… Recuerdo allá por 2015 la plaza de San Juan de Dios a rebosar de un público deseoso de ser testigos de la llegada del alcalde que había conseguido plantar cara a la hasta entonces imbatible Teófila Martínez. Las ilusiones de una gran parte de la ciudad estaban puestas en él tras el evidente desgaste de Teófila al frente del Ayuntamiento gaditano tras veinticuatro largos años. Sin embargo tengo la sensación de que el desgaste de Kichi se ha producido mucho antes de lo que nadie de los de allí presente se hubiese imaginado. José María González parece haberse ido desinflando por el camino. No sé si fue la incertidumbre de la crisis sanitaria del Coronavirus la que terminó matando al alcalde revolucionario que él mismo vendió ser desde que decidió presentarse a la alcaldía. No sé si fue el cansancio, la desilusión o simplemente caer en la cuenta de que no todo era tan fácil como él creía. El caso es que desde el confinamiento hay un cambio en él que hace que deje de involucrarse por la ciudad con la intensidad que había prometido hacerlo meses atrás durante la campaña electoral. Transcurren desde ahí dos largos años cuyas apariciones son más virtuales que presenciales. Algunas de ellas totalmente innecesarias que solo crean polémica y división entre los gaditanos. Dos largos años de una ciudad que comienza a presentar ya una más que evidente imagen de abandono y dejadez.

Amparado en la indiscutiblemente buena intención de recuperar el dinero para saldar la deuda que el anterior gobierno había generado, su gran error ha sido invertir poco o nada en un Cádiz que precisamente lo que sigue necesitando a día de hoy es más inversión. Ese empeño sumado a su inexperiencia lo que ha conseguido es que las necesidades se hayan multiplicado. Así, a la deuda dejada por Teófila como el Pabellón Portillo o el Teatro José María Pemán entre otros, se han agregado otras más como el propio mantenimiento de la ciudad. Todo esto en medio de innumerables gestos que la ciudad ingiere cada vez con más dificultad. Porque no es lo mismo hacerlo de manera complementaria junto a grandes proyectos que quedarse simplemente en el propio gesto.

Con la decisión tomada de no volver a presentarse a la alcaldía, Kichi confía en David de la Cruz, periodista, escritor y compañero de partido, cuyo difícil reto será sacar a Adelante Cádiz del evidente desgaste sufrido tras ocho años de gobierno. Frente a él no hay grandes competencias: Tenemos a un PP huérfano de liderazgo, un PSOE desdeñado y prácticamente invisible, un CIUDADANOS en vías de extinción y dos nuevos aspirantes con más ilusiones que posibilidades reales. Sin embargo el hartazgo y la ilusión perdida por el proyecto del partido que hoy gobierna la ciudad se palpa en la calle, en el ambiente, en las redes sociales. Es eso precisamente lo que hace que los pronósticos para las próximas elecciones municipales sean a priori del todo imprevisibles.

@ManoloDevesa / Foto: DIARIO DE CÁDIZ

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