Hacía tiempo que no me pasaba por el Parque Genovés y si les digo la verdad, me ahorro la visita, si lo llego a saber. Porque al entrar por uno de los lugares más bonitos e icónicos de Cádiz, se me cayeron dos lagrimones al ver en las condiciones en las que se encontraba. Nada más entrar algo no me cuadraba. No recordaba un suelo tan rocoso. Parecía andar sobre piedras directamente. De repente caigo en lo que pasa: ¡Ostras! ¿Pero dónde está el albero? El Parque ha perdido la inmensa mayoría de la tierra que le hacía tener ese aspecto tan cálido y característico de los parques. Para prueba, hasta los bancos, sucios y completamente abandonados, asoman la peana que nunca se les ha visto al estar enterrada en la propia arena. Mi paseo por el Parque Genovés se va convirtiendo a medida que avanzo en un parque temático dedicado al olvido, la dejadez y el abandono. ¡Si Eduardo levantara la cabeza!
Porque al lamentable estado del suelo y los bancos se unen la rotura de bastantes barrotes de las rejas que lo rodean, fuentes sucias y secas como una mojama y el deplorable estado de muchos de sus jardines. Muertos, sin césped y sin plantas, por no tener, han perdido hasta el bordillo. Señal de que la falta de mantenimiento es más que evidente. Miro hacia la cascada, la parte de los juegos infantiles o la de la fuente de «Los niños del Paraguas» y son las más decentes aunque desde luego bastante mejorables. De hecho me fijo en que al templete ya se le asoman varios ladrillos en la base al caérsele el mármol de la parte de abajo. ¡Quién sabe cómo estará cuando se decidan a meterles mano! ¡Qué lástima un parque tan bonito como el Genovés y dejado completamente de la mano! ¡Qué poco partido saben sacarte, Cádiz!
Mis esperanzas están puestas en el Teatro que pronto estará acabado (o eso dicen). Porque entiendo que ante el nuevo diseño del teatro al aire libre, no tendrán más remedio que meterle mano al Parque arreglando sus jardines y mobiliario. ¡No van a dejarlo así! Aunque ahora me entero de algo que me aterra. En el Ayuntamiento andan haciendo unos estudios sobre el arbolado de la ciudad, entre ellos los del Parque Genovés. Ante esto sólo me queda implorar que el estudio sea más liviano que los pliegos de limpieza y autobuses que ya he perdido la cuenta del tiempo que llevan para terminarlos.
DEL PASEO DE PEREGIL AL PARQUE GENOVÉS
La guasa del gaditano hizo que al «Paseo de las Delicias» en los alrededores de lo que hoy es el Parque Genovés se le llamase «Paseo del Peregil» por lo escaso de su arbolado y vegetación. Ante esto, el Ayuntamiento decide meterle mano a través del concejal José Antonio Martínez, que pronto lo convierte en un lugar con bancos de mampostería, árboles y cuidadas plantas. Es tal el cambio que pegan que los gaditanos vuelven a bautizar al «Paseo de las Delicias» ahora como «Las Delicias de Martínez’, en clara alusión al concejal. En esos tiempos la Velada de los Ángeles ocupa parte de las Delicias y ante el éxito del lugar se tiene especial cuidado con el arbolado trayéndose numerosas plantas propias de la ciudad.
No es hasta 1891 cuando el alcalde Eduardo Genovés, decide transformar las Delicias en un parque como los que por entonces se estilaban en el resto de Europa. Su proyecto es tan ambicioso que cuenta con Ramón Oliva, por entonces el mejor jardinero de España. Es él quien diseña el parque y junto a su fiel compañero Juan Funoll y Figuerola traen a Cádiz numerosas plantas procedentes de los viveros de Barcelona. Es Oliva quien diseña una gruta con cascada que la lleva a cabo el famoso ‘rocarista’ Vicente Fenollosa. Sin embargo los que realmente construyen el parque son Fenollosa y Funoll. El empeño de Eduardo Genovés con el Parque, al que visita cada vez que puede para vigilar que todo vaya a la perfección, es tal que una vez inaugurado el 2 de agosto de 1892 y tras abandonar la alcaldía, tras una junta municipal se decide ponerle su nombre.
@ManoloDevesa / La parte titulada «Del Paseo Peregil al Parque Genovés» está basada en una información de Diario de Cádiz
















