De remendadas maneras

Esta mañana me he asomado y he visto una esclarecedora imagen que resume a la perfección el estado en el que se encuentra esta bendita ciudad. La pasada Semana Santa se cayó un cristal del Centro Integral de la Mujer en la plaza del Palillero con la fortuna de que no había nadie abajo en las tribunas porque fue por la mañana. Sin embargo el remedio fue ponerle provisionalmente una bolsa de basura para tapar el hueco de la ventana hasta reponer el cristal roto. Cinco meses después la bolsa continúa cada vez más suelta y el cristal sin reponer. Lo he visto claro. Así es como esta ciudad sobrevive. A base de remiendos. De soluciones provisionales que solo sirven para callar la voz al ciudadano, si es que alguna vez tiene el valor de alzarla.

La Ciudad de la Justicia vuelve a estar en boca de nuestros maldirigentes estos días para poner en duda de nuevo su viabilidad. Es otro de los proyectos que ni siquiera el paso de los muchos años desde que se planteó (más de una década), nos garantiza que se vaya a hacer realidad. En su día el proyecto dejó por el camino en pleno barrio de San Severiano el inmenso solar sobre el que descansaba la Institución Provincial Gaditana que a día de hoy continúa abandonado y desprovisto de cualquier tipo de proyecto. En idéntica situación se encuentra a muy pocos metros aquel sobre el que se pretendía construir un renovado y espectacular Pabellón Portillo. Al menos así nos lo vendieron antes de bajar las expectativas a un modesto pabellón de barrio para terminar dejando morir tanto el proyecto como el barrio en sí.

Se llame Junta de Andalucía, Gobierno de España, Diputación o Ayuntamiento de Cádiz, lo de esta ciudad es de auténtico estudio. A mi me da igual las siglas que haya detrás de cualquier proyecto fallido porque por desgracia todas las administraciones nos han traicionado a lo largo de todos estos años. ¿Qué ocurre para que todo le cueste a Cádiz el doble o el triple de lo que le cuesta a otras ciudades españolas? Mira uno a su alrededor y los casos se cuentan a manojitos. Desde una Comisaría que se arregla para luego iniciar una polémica que acaba dándonos a entender que acabará trasladándose al Bajo de la Cabezuela en Puerto Real a una Zona Franca vacía y sin miras de acoger a ninguna empresa que proporcione trabajo a esta ciudad para evitar que ésta dependa del turismo más desesperado pasando por un Parque descaradamente descuidado, un Teatro al que el paso del tiempo le va arrancando sus ladrillos coloraos, un desangelado Paseo de Santa Bárbara con una pérgola horrenda, rota y abandonada o una zona tan turística como La Caleta donde se encuentra un desaprovechado Balneario, un instituto en ruinas y un edificio hecho trizas como la Escuela Náutica. ¿Por qué ese ensañamiento con la capital gaditana? Pues porque a pesar de todo esto, que no es de ahora ni mucho menos, seguimos excusando según el partido político al que pertenezcamos.

Que el Gobierno de Kichi lleva años para hacer efectivo el pliego de transporte público pues uno se agarra incluso a que nuestra ciudad es pequeña y se puede ir andando o en bici a cualquier sitio. Que los comerciantes y parte de la propia ciudad se queja de la pobre iluminación navideña, se justifica diciendo que aquí no nos hace falta esos derroches aunque nos condenemos a nosotros mismos y la provincia nos pase por encima. Si hablamos de los terrenos donde estaba Radio Juventud y donde se proyectó la nueva Subdelegación de Gobierno, se excusa porque aquello fue una idea de José María Aznar. Como si luego no hubiesen pasado más Gobiernos por Moncloa. Parece ser que el de Sánchez ha desbloqueado el proyecto y puede hacerse realidad… Y así con todo. Con el hospital nuevo que prometió la Junta de Andalucía, con la falta de aparcamientos en la ciudad, con la imperiosa necesidad de viviendas a precios asequibles, con un verano donde la programación debería ser más ambiciosa.

En esta ciudad todo se excusa porque aunque seamos conscientes en el fondo de que sus venganzas y estrategias políticas están por encima de nosotros, estamos en una sociedad donde exigir al partido en el que has depositado tu confianza está mal visto. Te coloca directamente en la oposición por poco que tengas que ver ideológicamente con ellos. Y ante tal calamidad, uno prefiere traicionar a ese Cádiz por el que morimos cada febrero a tener una boquita prestá y cantarle a quien sea las verdades del barquero, puestos a terminar esto carnavalescamente hablando. Por cierto, que habrá quien al acabar esta columna de opinión llegué a dos conclusiones: que lo del cristal del Centro de la Mujer es una soberana tontería o que estoy haciéndome facha. Entonces no habrán entendido nada de este artículo. Mea culpa, supongo.

@ManoloDevesa

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