De primeras el sábado después de la Final del Falla por la mañana pasaba por una mañana cualquiera. Sin nada que nos hiciera percatarnos de que estábamos ante el primer sábado de carnaval. Sin embargo a medida que las horas iban avanzando, los primeros disfraces comenzaban a pasearse por las calles gaditanas. Más fresquitos que otros años, tal y como muchos pronosticábamos. Aunque el de osito con pelitos por ejemplo no faltó a una jornada, todo hay que decirlo, donde no hacía especial calor gracias al viento de poniente que no quiso perderse el pistoletazo de salida del carnaval en la calle. El caso es que a media tarde en Cádiz ya se percibía el ambiente a carnaval. Desde las 19.00 horas los tablaos ubicados en la plaza del Palillero, Desamparados, la esquina de la cafetería la Marina o los alrededores del mercado comenzaban a ser ocupados por agrupaciones finalistas y semifinalistas atrayendo así a muchísimo público. La calle Ancha y sobre todo San Antonio se llenaban hasta los topes para presenciar el Pregón de India Martínez a pesar de los problemas de sonido que hacía que solo se escuchase a la pregonera y no a la mayorías de los invitados al acto. La noche nos dejaba ya un Cádiz que vivía su sábado de carnaval repartido en los numerosos tablaos instalados en diferentes plazas. Aunque no con la masa de gente que suele venir en febrero, todo hay que decirlo.





ASÍ FUE EL PREGÓN DE INDIA MARTÍNEZ
Pasadas las diez de la noche, India Martínez aparecía sobre el escenario de San Antonio provocando el aplauso del numeroso público congregado allí. Sin embargo tal y como imaginábamos no estuvo ni mucho menos sola porque por el tablao pasaron desde el Junco pasando por Antonio Martín y el coro de Julio Pardo que aunque apenas se escuchó cantaron la mítica Caleta, Jesús Bienvenido o «Los quinquis» que se arrancaron por el pasodoble de Paco Alba «Barquito». En un espectáculo que rondó las dos de duración dio tiempo también a que El Selu subiese al escenario ataviado como una de sus célebres marujas, a que la chirigota de Manolín Santander cantase algún que otro pasodoble o que la comparsa «Los Renacidos» entonaran el mítico Credo de Juan Carlos Aragón. Gran pregón que sin embargo el pésimo sonido de los invitados provocó que más de uno terminase abandonando San Antonio.
