Años 80. Mi madre se acerca al mueble bar del salón dispuesta a acabar de una vez poro todas con mi falta de apetito. Para eso coge la yema de un huevo, la casca en un vaso para coñac, le agrega un poco de azúcar y una mijita de vino dulce o moscatel ya batir se ha dicho. Debía ser mano de santo porque hablándolo con más gaditanos, han sido muchos los que lo han probado de pequeño. Era el ‘candié’, la bebida que aumentaba las ganas de comer y que he de decirles que al menos yo lo recuerdo especialmente bueno. ¿Por qué se llama así? Se trata de una españolización o un gaditanismo, según se diga candiel o candié que proviene del ingles ‘candy – egg’, es decir huevo dulce.
Aunque esta bebida nació hace siglos en tierras británicas, fue en España cuando el consumo infantil llegó sobre los años 70 del siglo XX a modo de remedio para abrir las ganas de comer. Su origen en realidad parecen remontar al siglo XVIII por entonces tomado como una especie de caldo para sazonar gallinas y otras aves cocidas. Muy apetitoso y usado frecuentemente en Andalucía. Es más tarde, sobre 1783, cuando se comienza a hablar del candié como un «Manjar delicado que se hace con vino blanco, yemas de huevo, azúcar y otras especies«. La presencia de ingleses en las bodegas de Jerez fue probablemente uno de los detonantes para que se fijasen en el vino de Jerez para condimentar la curiosa bebida.
Aunque hoy nos parecería absolutamente impensable y una auténtica locura darle a un niño alcohol, lo cierto es que fuimos muchos los gaditanos que tuvimos la ocasión de probarlo para que nuestras madres descansaran en paz viendo como nuestras ganas de comer se abrían.
@ManoloDevesa / Fuentes: El comidista