No sé si estaría planeado o no – a mí me da que sí – pero de un tiempo a esta parte han aparecido en nuestra sociedad determinados grupos de personas dedicadas a ensalzar cualquier acción o declaración que haga el partido político al que votan. Eso es peligrosísimo porque no nos ayuda en nada a avanzar ni como personas ni como país ni como ciudad. Suelo entrar poco en debates políticos. Hace tiempo que tomé esa determinación por la violencia verbal que en muchas ocasiones deriva un simple cruce de opiniones. La semana pasada y en torno al alumbrado navideño de Cádiz capital dije que no me parecía ni mucho menos lo que una ciudad como la nuestra se merece. No hace falta irse a Vigo o a Málaga. Hay un punto medio que se puede encontrar en nuestra propia provincia o en Sevilla por ejemplo. Una opinión respetable y sobre todo que no faltaba el respeto a nadie que fue contestada con una que sí me lo faltaba a mí.
Dejando las luces aparte me preocupa que la sociedad haya caído en el tremendo error de los propios políticos: creer que todo lo que hacen está bien no dejando el más mínimo lugar a la autocrítica. ¿Puede una persona de izquierdas sentirse orgullosa de su país sin necesidad de hacer uso de ninguna bandera o estar en contra de una ley como la de Memoria Histórica porque crea que no es del todo justa? ¿Puede alguien de derechas pensar en la clase trabajadora, los derechos sociales de sus ciudadanos o respetar que alguien se sienta más andaluz que español por ejemplo? Estoy seguro que es así pero es la propia sociedad la que los enmudece a base de insultos y críticas encarnizadas. Si criticas a la izquierda eres un facha y si lo haces a la derecha un auténtico rojo comunista. Es el arma con el que atacar para impedir la crítica y algo tan básico y reclamado a la vez como es la libertad de expresión.
Me preocupa esa falta de respeto por quienes intentamos ser críticos incluso con la ideología más cercana a nosotros. Hemos llegado a un punto en que claudicamos con lo que sea. En que buscamos el clavo al que agarrarnos para defender lo indefendible. «Es que la izquierda lo está haciendo fatal«. ¿Significa eso que tengamos que callar por ejemplo ante las canallescas declaraciones o acciones que son una ofensa para los derechos básicos de las personas y un peligro para la democracia por parte de la ultraderecha? ¿Hay que hacer mutis por el foro aunque veamos como la izquierda tropieza una y otra vez con la misma piedra?
No les voy a engañar. Lo último que quiero para mi país es un Gobierno del que forme parte VOX. Me parece algo peligrosísimo. Por eso mismo no voy a formar parte del silencio cómplice que los coloque en el Gobierno ni condenar a una izquierda a través del mismo silencio para que crean que todo lo que hacen está bien. Entre otras cosas porque eso significará que, pese a los desesperados intentos de muchos medios de comunicación o de la propia clase política, seguiremos teniendo pensamiento propio. Ajeno a cualquier tipo de manipulación mediática. Y eso hoy donde a todo se le pone uno, no dejarse intoxicar por cualquier mensaje malintencionado, no tiene precio alguno.
@ManoloDevesa