Esta semana se han cumplido dos años de las elecciones que propició el actual Gobierno de coalición entre PSOE y UNIDAS PODEMOS y las mismas que llevaron a Albert Rivera a la dimisión tras una debacle que a día de hoy aun cuesta explicarse. ¿Cómo un partido que llegó a ser la tercera fuerza política con 57 diputados pasó en cuestión de meses a solo 10? Un giro inesperado (o no) que puso de patas arriba el panorama político y que propició efectivamente el actual Gobierno que hoy tenemos.
La caída de Ciudadanos con Albert Rivera a la cabeza se veía venir. Sobre todo porque del Albert conciliador y esperanzado en que España tenía arreglo ya no quedaba nada. El auge de la ultraderecha puso en alerta a Rivera que decidió cambiar de estrategia y dejarse llevar por la crispación ofreciendo casi siempre discursos broncos y hasta ofensivos que lo alejaban cada vez más de sus electores.
El cambio de estrategia llevó a Rivera a pasar de la presentación de un proyecto de Gobierno de coalición junto a Pedro Sánchez que llegó a ser votado en el Congreso a convertirse en su gran obsesión. No había debate, entrevista, mitin o declaración que no cargara contra él. Su principal reproche era la posible entrada de Unidas Podemos y los independentistas en el Gobierno. Sin embargo cuando tuvo la oportunidad de evitar ese pacto que tanto criticaba no lo hizo. Solo tenía que apoyar al Gobierno de Sánchez. Aquello era incomprensible. Hizo imposible aquello que tanto temía y que estaba en su mano. Su actitud afable se convirtió en otra muy a la defensiva que le llevó a protagonizar algunos momentos realmente bochornosos,
Tiempo después el que fue la cara más visible de «Ciudadanos» ha contado que no apoyó a Sánchez porque según él ya tenía decidido pactar con sus actuales socios. Era un doble juego, el que Sánchez mantenía en el Congreso donde prácticamente le rogaba a Ciudadanos que le apoyase y el que tenía a puerta cerrada con el apoyo de los independentistas y Unidas Podemos entre otros.
Sin embargo aunque hubiese sido así, que eso nunca lo sabremos, Rivera debió ofrecerle su apoyo y de esta manera destapar la doble cara que según él tenía el Presidente. Porque haciendo lo que hizo, lo único que una gran parte de la sociedad entendió y sobre todo sus votantes, que desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos, es que su prepotencia o ambición lo terminó traicionando. Prefirió echar a España a esos que él mismo se había encargado de demonizar a toda costa que dar su brazo a torcer.
La debacle no solo terminó con la dimisión de un apenado Albert, que a regañadientes reconocía, que se había equivocado sino con la reducida presencia de Ciudadanos en el Congreso y el auge de la ultraderecha. Ciudadanos llegó a ilusionar a muchos que entendieron que un partido de centro podía tener futuro en España. Sin embargo el cambio de rumbo de Albert tras la subida de los ultraderechistas terminó no solo haciendo que su partido se hundiese sino que el rumbo de esa España a la que tantas veces declaró su amor, cambiarse radicalmente.
@ManoloDevesa