Sobre las 18.30 horas un numeroso público, la inmensa mayoría con mascarillas, esperaba la salida de la Patrona en Santo Domingo. Al tiempo que las campanas repicaban y la procesión salía, los fuegos artificiales y los aplausos recibían a la Virgen del Rosario que caminaba por Compás de Santo Domingo dispuesta a recorrer Plocia, San Juan de Dios, Nueva, San Francisco, Valenzuela, Cuatro de Diciembre, San Juan de Dios y Sopranis para volver de nuevo a su templo.
Hoy el incienso ha vuelto a llenar por fin las calles de ese olor tan especial. Los gaditanos han vivido la primera procesión tras 19 meses del comienzo de la pandemia del Coronavirus y había ganas. No lo digo yo. Lo dicen las cientos de personas que han esperado en cada esquina el paso de la Virgen del Rosario. Parejas, pandillas o familias dispuestas a disfrutar de un día en el que de repente escenas que ya se extrañaban al no producirse desde hace algún tiempo, parecía que la habíamos visto ayer mismo. Personas colocadas en el monumento de Moret para ver de cerca a la Patrona, las filas de la Banda del Rosario de Cádiz, móviles y cámaras en alto acribillando a la Virgen a fotografías y esperas de niños o adultos que desesperan ante las habituales paradas del cortejo. En realidad no creo que entre el público congregado allí hubiese solo fieles. También estaban aquellos que respetan los cortejos como parte de una tradición que forma parte de la cultura y la historia de su ciudad. Eso, en los tiempos que corren, es algo a tener en cuenta.
@ManoloDevesa

