El precio de la luz continúa en alza alcanzando récords históricos jornada tras jornada. Lo hace, eso sí, en un país inmerso hasta hace unos días en los Juegos Olímpicos, en medio de un apasionado debate sobre las razones por las que Messi se ha ido del Barcelona, la guerra entre Rocío Carrasco y Antonio David y el crecimiento de la estupidez humana que ha terminado convirtiendo un tema como la política en una toda una guerra ideológica. No hablamos de políticos, que tienen gran parte de culpa, sino de la propia sociedad que se ha aborregado hasta tal punto que es capaz de aguantar carros y carretas si las críticas las recibe el partido que ellos han votado. Les voy a decir una cosa, llámenme raro si quieren, pero a mí independientemente de la ideología a la que yo pueda pertenecer, no me gusta que me robe absolutamente nadie. Es más, si vamos un poco más allá, menos aún cuando lo hace alguien a quien se le ha dado la confianza. Por eso no entiendo el silencio de esa parte de la sociedad que calla ahora cuando hace unos años defendían la bajada de la luz en épocas donde la derecha gobernaba.
Me produce una tristeza enorme comprobar que desde arriba han terminado consiguiendo eso que se proponían: aborregar a una sociedad hasta límites insospechados. Asumir el terrible discurso de la ultraderecha y a una izquierda cada vez más dividida e irreconocible sin la más mínima crítica. De los trabajadores de derechas que ni siquiera se han cuestionado por qué sus partidos jamás se han pronunciado sobre el espinoso tema de la luz a aquellos que desde la izquierda lo criticaron y ahora callan mirando ahora hacia otro lugar. Que si la culpa son de los unos, de los otros o de la madre que los parió a todos. La cosa es que en los peores momentos del invierno pasado la luz volvió a subir alcanzando récords que hoy ya han sido superados y justamente ahora, cuando los aires acondicionados vuelven a funcionar y el español medio tiene que echar mano del ventilador para aliviarse de las calores del verano, vuelven a escalar puestos para que la luz continúe al alza ante la mirada casi indiferente de toda la sociedad. Los unos, disfrutando de que esto ocurra con la izquierda en el Gobierno porque les debilitará aunque la subida también les perjudique a ellos, y los otros intentando escurrir el bulto buscando culpables hasta de debajo de las piedras.
Ya lo decía Julio Anguita, que podía caerte mejor o peor pero con el que tenías que estar de acuerdo cuando dijo aquello de «No me da miedo el ruido del poder sino el silencio del pueblo«. ¿Qué tiene que ocurrir para que la gente salga a la calle a protestar, ideologías aparte, ante la injusticia en general? Es alucinante que con lo que estamos viendo en los últimos años, el máximo esfuerzo del pueblo, sea compartir su indignación en sus redes sociales. «El día que el pueblo sepa el poder que tiene y no la use para elegir a sus representantes” sino para sepultarlos, ese día el pueblo habrá conseguido el poder absoluto y será libre» Otra frase con la que no puedo estar más de acuerdo.
Entre tanto, tal y como debe suceder en el resto del país, en Cádiz nos tienen bastante distraídos. Por una parte los nostálgicos de Pemán continúan con su cruzada para que se le devuelva la placa que el Ayuntamiento quitaba al escritor hace algunas semanas como si aquello fuese una cuestión de vida o muerte. El problema de la vivienda se dificulta cada día más por la proliferación descontrolada de los pisos turísticos. Ante esto ha dicho José Manuel Cossi del PP que sería bueno construirlos sobre los diferentes solares vacíos con los que cuenta Cádiz. Estoy de acuerdo. Supongo que entre ellos estará ése sobre el que en la pasada campaña prometió Juanma Moreno que se construiría el nuevo hospital gaditano. #Juanmasíloharía rezaba en su última campaña electoral… Y mientras vemos como los precios de las viviendas y alquileres suben sin parar y el propio Ayuntamiento, que no ha construido apenas casas en todos estos años, vende terrenos a empresas privadas para hacer casas de lujo, que es lo que necesita la ciudad, la gente continúa su vida como si aquí no pasase nada. Más pendiente del chiste y la anécdota que de la cruda realidad. Así nos va.
@ManoloDevesa