Llevo días intentando escribir sobre un espinoso tema y reconozco que los prejuicios no dejan expresarme como realmente quisiera. Unos prejuicios que probablemente comparta con muchos de vosotros. Cuando el pasado 11 de junio se cumplían los peores presagios con las niñas de Tenerife, la prensa y la opinión pública en general se volcaban sumidos en una terrible conmoción. ¿Cómo un padre podía ser capaz de hacer lo que hizo con sus dos pequeñas? La llamada violencia vicaria, aquella que se ejerce contra alguien para hacer daño a otra persona, fue la que hizo que Tomás Gimeno acabara con la vida de sus dos hijas. Su terrible obsesión y su innegable machismo tocó fondo con aquella drástica decisión.
En otro lugar de España, en Sant Joan Despí, una madre hacía lo mismo con su hija Yaiza: acabar con ella para hacerle daño a su pareja. ¿Cómo una madre ha podido ser capaz de hacer algo tan terrible? Sin embargo el caso no tenía la misma repercusión ni en los medios ni en la propia sociedad. Es cierto que el asunto de las niñas de Tenerife se llevaba ya algún tiempo siguiendo por la desaparición (secuestro) de las pequeñas. Debe ser por eso que el terrible final impactó más como ocurrió con Gabriel Cruz, el niño que fue asesinado por Ana Julia, la pareja de su padre hace algunos años.
Tanto Yaiza como Anna y Olivia murieron a manos de los mismos que un día decidieron convertirse en sus progenitores. Nadie te enseña a ser padre o madre dicen. Pero sí a ser buena persona. A secas. Nada queda prácticamente en esta vida sin politizar y un suceso tan terrible como éste no iba a ser menos. ¿Cómo se puede negar la violencia machista con cada vez más casos de mujeres asesinadas a manos de sus parejas? ¿Cómo se es capaz de negar un minuto de silencio por puro egocentrismo e hijoputismo a partes iguales? ¿Cómo se da de lado prácticamente al dolor de un padre por el mero hecho de que aquello no sea producto del terrible machismo con el que se desea acabar? Son complejos que debemos quitarnos de encima…
Les decía al principio que llevaba varios días intentando escribir estas líneas pero el temor a que mis palabras se malinterpretasen tachándome de un discurso que pudiese relacionarme aunque fuese de refilón con la ultraderecha me frenaba. Pero pesa más la conciencia. Reconocer que hay mujeres capaces de hacer verdaderas atrocidades como asesinar a sus propios hijos o maltratar a su pareja no significa ponerte de parte de quiénes niegan la violencia o el asesinato machista. Es como negar que la Tierra es redonda. Si se habla de términos o leyes específicas es porque existe un problema específico como ocurre con la ley que cae de diferente forma contra un asesino al uso o un terrorista.
Nadie con dos dedos de frente es capaz de negarse a reconocer el terrible dolor e injusticia de un asesinato dependiendo del sexo que lo cometa. A no ser que sea por el prejuicio de no querer que se le relacione con determinados discursos u otros oscuros motivos. A ellas tres, Anna, Olivia y Yaiza les hemos puesto cara y nombre. Los habrá que no los tengan jamás para la sociedad porque ocurran en el anonimato. Sin embargo el respeto debe ser el mismo independientemente del monstruo que decida acabar con sus vidas. DEP.
@ManoloDevesa