Aquellos días felices

Cuando en aquellos duros días de marzo del año pasado las luces del Carnaval de Cádiz aun colgaban en las calles en medio de aquella terrible soledad que las envolvía, una sensación de infinita nostalgia recorría irremediablemente mi cuerpo. Hacía solo unos días que la plaza de las Flores, la del Palillero o los alrededores del Mercado Central se encontraban a rebosar de esa alegría que da ver a la gente divertirse con sus dos coloretes en la cara, su vasito colgado al cuello, embutidos en imposibles disfraces y las calles inundadas de papelillos y serpentinas. Con ese rebujo de sonidos tan característico de la fiesta que va desde el pito de caña de alguna ilegal en una estrechita calle a las risas descontroladas de un grupo de personas o el martillito que golpea insistentemente algún niño disfrazado mientras sus padres lo observan con infinita paciencia.

Pocos días después de esa vorágine que es el carnaval, la ciudad enmudeció. Ha pasado casi un año de todo aquello y en este 2021 no nos queda ni siquiera unas luces a las que mirar melancólicamente. Sin embargo tenemos la suerte o no, según se mire, de que en cualquier rinconcito de esta pequeña ciudad podamos encontrar un recuerdo que nos sitúe en aquellos días felices de carnaval. No es solo caminar por los alrededores del Teatro Falla y recrearse en los pasacalles de las agrupaciones en esas frías a la vez que acogedoras noches de concurso mientras con los cascos puestos los esperabas, es que el hecho de pasear simplemente por La Caleta en estos días, nos hace acordarnos cómo la Bruja Piti pone fin a nuestros carnavales el domingo de piñata… Es cruzar San Antonio con la extraña sensación de no ver montado ningún escenario para el Pregón del sábado de carnaval o andar por las plazas de San Agustín o Candelaria y verlas desiertas de gente y tablaos. Es vagar por la Viña sin que ningún puesto de papa asá o esos buñuelos que tan bien entran a cualquier hora del día, te den en la nariz. Mirar al horizonte y no ver ninguna calle taponada por un tumulto de personas que escuchan atentamente con una sonrisa en los labios alguna agrupación…

Ahora esos mismos recuerdos que nos provocaban una pícara sonrisa, nos tocan el corazón cuando pensamos en todo lo que hemos perdido. Jamás pensamos vivir unos carnavales así. Con una final a base de refritos de años anteriores, sin el bullicio habitual de estos días, con la tristeza de ver como continúan muriendo personas a consecuencia de la maldita pandemia… Pero sobre todo con esa sensación de impotencia que nos produce el comprobar como un buen día nos robaron la vida que llevábamos con la incertidumbre de no saber cuándo la volveremos a recuperar.

@ManoloDevesa

Deja un comentario