Callejón sin salida

Mientras España continúa desangrándose en la crisis sanitaria más grande de las últimas décadas que a su vez está provocando otra de carácter económico de dimensiones estratosféricas, el ambiente en el escenario político sigue recrudeciéndose cada día más tocando fondo en cada sesión que tiene lugar en el Congreso o en cada acto que presiden ya sean los miembros de la oposición o del Gobierno de España. Cada aparición empeora a la anterior sin que haya un mínimo de esperanza en que el clima de crispación se suavice.

En las últimas horas la moción de censura presentada por la ultraderecha intenta tapar las miserias de una clase política que baja a los infiernos a una velocidad de vértigo. Insultos, descalificaciones en lo personal o discursos vacíos con más intención de convertirse en viral en las redes sociales que de comunicar realmente algo importante. La coherencia, la dignidad, el razonamiento, la autocrítica… ni están ni se les espera…

Que todo un país, centrémonos en el nuestro, pase por uno de los momentos más complicados a nivel sanitario y económico de su historia reciente y eso se utilice como arma arrojadiza entre partidos es de miserables cuyo único interés a tener en cuenta es el suyo propio. Que estemos viendo cómo numerosos negocios cierran dejando a su paso un número considerable de desempleados y cómo se alzan los impuestos a la ciudadanía a la vez que ellos intentan subirse el sueldo es de una sinvergonzoneria supina. La torpeza de la clase política es patente al punto de haber desaprovechado una magnífica ocasión para mostrar que no son todo lo que nos han demostrado a lo largo del tiempo. Que no siempre sus intereses prevalecen sobre los nuestros y que ante determinados temas tan serios como los que padecemos las diferencias se dejan en la puerta del Congreso.

Un partido que se dedica durante el confinamiento a calentar al personal por las redes sociales inculcando el odio y la división y pidiendo la dimisión del gobierno a toda costa sin aportar la más mísera propuesta, un líder de la oposición más pendiente a ver caer a su adversario que a colaborar desinteresadamente en lo que haga falta y un vicepresidente más empeñado en la desaparición de la Monarquía que en la cruda realidad que vivimos.

Es difícil el funcionamiento de un país con un panorama tan desolador como éste. Más aún si observamos cómo los propios ciudadanos han terminado comportándose igual que sus políticos ejerciendo de eficientes hooligans utilizando las redes sociales como auténticos campos de batalla contra todo el que no opine lo mismo. Es entonces cuando te das cuenta que nos encontramos en un verdadero callejón sin salida…

@ManoloDevesa

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