La tarde del 17 de octubre de 2020 será una de esas fechas que quedarán grabadas en el recuerdo de los cadistas en general. También en esos quienes sin considerarse así sentimos simpatía por el equipo amarillo porque, entre otras cosas, es el equipo de la ciudad. Para mí la fecha es importante por otras causas, el cumpleaños de mi sobrina y ahijada Noelia. Y junto a ella estábamos en su casa celebrando su octavo y atípico cumpleaños que el Covid había impedido celebrarlo en cualquier parque infantil como venía siendo habitual hasta la fecha. Media docena de personas merendando y dando regalos. De fondo el previo del partido que enfrentaría al Cádiz contra el Real Madrid.
En mi casa son todos cadistas consagrados capaces de suspender cualquier plan si el Cádiz juega ese día. Ayer me di cuenta que yo he vivido la historia del equipo amarillo como sucedió este mismo sábado, de fondo y mientras hacía otras cosas. Sonaba el partido en la lejanía cuando yo estaba en el dormitorio de mi sobrina junto a su hermana y mi madre a punto de darle su respectivo regalo: «Felicidades Noelia» le decía mientras le entregaba los dos presentes. De repente varios gritos al unísono casi hicieron temblar la casa. «¿Qué ha pasao?» grité mientras Noelia desenvolvía el regalo con ese ímpetu que le pone a cada cosita que se le regala. Claro que mi pregunta era del todo retórica porque si lo que gritan es «Goooooool»…
El gol marcado por Choco Lozano enciende la esperanza de que al menos el trabajo del equipo amarillo esté a la altura. «¿Ha marcado el Cádiz?» pregunto a mi hermano, cuñada y padre que están en shock por lo que acaban de vivir: «Sí» contestan tímidamente. La historia del Cádiz la han protagonizado momentos tan tensos e injustos que supongo no quieren hacerse ilusiones. El fútbol es así, que decía aquel. Hasta el último minuto la cosa no suele estar asegurada. Sin embargo cuando el partido llega al minuto 90, la victoria ya es prácticamente una realidad. «Quedan tres minutos de descuento» dicen con cara de circunstancia aguantándose las ganas de gritar y celebrar. Pasado el debido tiempo el partido acaba y la alegría rebosa en sus rostros. Como diría minutos más tarde el alcalde: «Qué bonito es ser de Cádiz y que bonito ser del Cádiz» aunque, y esto lo agrego yo, sea tan sufrido. Ojalá más tardes como la de ayer donde el esfuerzo se vea recompensado con creces pero sobre todo ojalá más cumpleaños junto a ellas, capaces de sacar lo mejor de mí, mis sobrinas. ¡Cuánto os quiero!
@ManoloDevesa