A mí realmente la Monarquía y sin considerarme republicano, jamás me ha terminado de convencer. Siempre he puesto en duda la necesidad de mantener a toda una familia en un país donde tanta falta hace la inversión. Pero tampoco me quitaba el sueño. Crecí con los Reyes y supongo que normalicé su figura. Sin embargo el cambio de nombre de la Avenida Juan Carlos I me hace tener sentimientos encontrados. Por una parte entiendo que si es cierto todo lo que se habla del emérito, es lógico que se proceda a la retirada de calles o plazas del país con su nombre pero lo cierto es que aún lo no sabemos. Juan Carlos no ha sido juzgado por la Justicia y sin embargo una parte de la sociedad ya ha dictado sentencia y tomado sus decisiones.
Pero claro, por otra parte pecaría de ingenuo pensando en que vayamos a enterarnos de la verdad de un caso cuya figura ha gozado de una inviolabilidad oficial hasta el momento de su abdicación en 2014 y una más que evidente defensa social en la actualidad. Aunque ya emérito, la figura del Rey sigue manteniendo prácticamente el mismo trato por parte de determinados poderes. Por lo que no será fácil enterarnos alguna vez de lo que realmente pasó. Es como un secreto a voces que jamás pasará de eso.
Sin embargo en la decisión tomada por el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Cádiz no puedo evitar, sobre todo por la sorprendente inmediatez con la que se ha actuado, ver más que una cuestión de lavado público de la corrupción en la Corona, una maniobra donde la demagogia y el oportunismo están presentes. Un triunfalismo personal y una estrategia para colocarse en la cresta de la ola o en el candelabro, que decía aquella, a toda costa.
@ManoloDevesa