Agosto, frío en ¿dónde?

Un año más agosto ha llegado a nuestras vidas. Lo hace tras un julio con temperaturas que han batido récord y donde parece que el Poniente también se ha ido de vacaciones. Verano de ventiladores y abanicos que trabajan haciendo horas extras. Lo hace ataviado con una mascarilla tapándose la boca consiguiendo que la sensación de calor se intensifique todavía más.

Agosto en Cádiz fue durante mucho tiempo el mes que caracterizaba nuestro verano a través de míticas citas como la de la Velada de los Ángeles, noches veraniegas donde uno se pegaba un garbeo por entre las casetas para lucir el morenito caletero a la luz de la luna. Agosto también fue un mes fuerte en el Parque Genovés gracias a los conciertos que ofrecía el Teatro José María Pemán: festivales de Carnaval, Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Los Morancos, Joan Manuel Serrat… Noches donde las estrellas del cielo gaditano daban luz a las que se colocaban sobre las tablas del famoso teatro veraniego. Donde los cines de verano nos ofrecían las mejores películas de la temporada con ese placer que suponía hacerlo mientras la brisa de la noche te daba en el rostro. Y agosto fue el mes donde el Trofeo Carranza ponía el punto y final a la temporada veraniega en una noche en la que siempre había que echar mano de la famosa rebequita.

¡Qué tiempos aquellos en los que las mascarillas las veíamos de lejos! Si acaso en alguna película o en la planta de algún hospital. Tiempos en los que la calle se convertía en nuestra segunda residencia para aliviar los calores de un verano donde el aire acondicionado era más cosa del Poniente que de la inminente tecnología que estaba por llegar. Noches donde el sonido de la tómbola de la Cruz Roja sonaba por los alrededores del Paseo Marítimo… Finales de un agosto donde ya el frío comenzaba a avisarte de que el verano comenzaba a recogerse.

¡Qué tiempos en los que salir a la calle no era sinónimo de llevar una tela tapándote la boca y la nariz! Pasear con las gafas como el que está en una sauna disimulando que ve cuando la realidad es que lo hace menos que Pepe Leches. A mí esto de las mascarillas me ha quitado radicalmente las ganas de pasear. De hecho, no puedo entender qué placer sienten los que deambulan por las calles por muy verano que sea. Entiendo lo de la playa y las terrazas porque son de los pocos sitios donde las mascarillas no son obligatorias. De ahí que este verano mi límite está entre las aguas de mi playa preferida y el placer de un ratito en una terraza aunque sea bebiendo un Bitter Kas. Pero eso de sentarse en un banco con un trozo de tela tapándote la boca, repitiendo las cosas porque no se te entiende o pasear mientras saludas una y otra vez a personas que no conoces porque las confundes con otras al verle solo media cara, no está hecho para mí.

Deseando estoy, aunque esto sea muy impopular decirlo, de que el frío y la lluvia me den en el rostro aunque sea metiendo la cara en el congelador o mojándomela con el agua de la ducha. Deseando estoy de que toda esta paranoia del virus pase a formar parte ya de los malos recuerdos. Esos que hay que enterrar para olvidarlos. Como la Velada y el Parque Genovés, como los cines de verano o el Trofeo Carranza. Enterrarlos no por malos recuerdos ni mucho menos, si no para no llorar pensando en como se lo han cargado.

@ManoloDevesa

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