Cada vez que pienso en eso que tanto repetían, probablemente más como un deseo que como una realidad, de que tras el confinamiento íbamos a ser mejores, no sé las que me entran. Nada más lejos de la realidad. Lo vivido en los últimos meses no ha hecho si no acrecentar más la división y la crispación de una sociedad que comienza a dar evidentes signos de que el tropiezo con la misma piedra es ya inminente.
España vive de nuevo el rebrote de un virus que la llevó en su día a uno de los capítulos más negros de su historia sin que para eso exista mascarillas ni vacunas. Los ataques estos días a Juan Carlos Monedero, al que echaban de un bar en Sanlucar de Barrameda al grito de maricón de mierda (¿?) o los insultos proferidos a la ministra Yolanda Diaz a la que gritaron cerda e hija de puta, no hacen si no aumentar mi temor a que aquel virus que explotaba un 18 de julio de 1936 pueda volver a rebrotar.
De nuevo los unos contra los otros. Los que llegaron a blanquear ciertos ataques a la derecha, recibiendo ahora de su propio jarabe democrático, que decían… Los que se ponían las manos en la cabeza ante los escraches contra la derecha, participando ahora de eso mismo. Por más crispación que se hayan encargado de repartir los partidos más radicales de nuestro país, no podemos volver a caer en lo mismo. Si en su día fueron los morados los que intentaron blanquear un movimiento del todo condenable, ahora es la extrema derecha los que lo respaldan: «España está harto de vosotros» se ha dicho desde el partido ultraderechista en alusión a los ataques a Monedero y Díaz. Una auténtica vergüenza.
La llegada de un virus como el Covid-19 ha radicalizado aún más a una derecha que enseñaba la patita con la moción de censura a Mariano Rajoy o la exhumación de Francisco Franco. Un sector que se ve respaldado por un partido que lanza a la sociedad peligrosos mensajes donde el odio y la revancha son compañeros inseparables. Un partido cuya subida en el número de votantes evidencia el mal camino de una izquierda predestinada a volver a perder. Lo decía Gabriel Rufián hace unos días en el Congreso: «Cuando el fascismo interpela a la clase obrera, gana y eso es culpa de la izquierda» ¡Cuánta razón tiene!
@ManoloDevesa