En mi paseo por Compañía, si les digo que me paro a la altura de la calle del Empedrador es posible que se queden con dos palmos de narices. La calle donde vivió Gaspar de Aguilar, el empedrador mayor de la ciudad allá por 1682 no es otra que Arbolí. El hombre debía tener su aquel porque en su contrato debía constar que no habría otro empedrador más que él que, junto a sus oficiales, se encargarían de empedrar la ciudad y cuidarla al menos durante ocho años. Gaspar viviría como un Rey porque desde luego mal no lo ganaba: mil reales de vellón al año.
Arbolí también se llamó Folugo y del Liceo después de inaugurarse un edificio con ese nombre. Un edificio por cierto cuyas historias se cuentan por miles. Y es que después de ser un centro docente pasó a ser la sede de una ¡logia masónica!. Aunque la cosa no acaba ahí. El edificio albergó un centro de teatro y en su primera planta un salón de juegos ilegal del cuál se cuenta que un día cuando la policía se personó allí en pleno apogeo, los jugadores, avisados, no les ocurrió otra cosa si no escapar para hacer de extras en un ensayo teatral…
Desde luego al edificio aún le queda historias por contar puesto que se convierte en la Academia de Santa Cecilia, Escuela Profesional de Comercio y hasta un conocido cabaret: «Kursaal Gaditano» que se inaugura el 1 de octubre de 1919. Un espacio con grandes salones, casino, teatro, bar, espectáculos y estrellas del llamado género del varietés. El cabaret contaba incluso con un jardín que harían las delicias de los clientes sobre todo en las noches de verano. Sin embargo, todo eso acaba cuando la dictadura de Primo de Rivera pone sobre la mesa sus nuevas medidas. Cuando la República se levanta en España, el centro es convertido en «La Casa del Pueblo» que desaparece tras el fatídico 18 de julio de 1936. Hoy es el Centro Municipal de Artes Escénicas «Arbolí».
Por cierto, que su actual nombre se debe al gaditano Juan José Arbolí, obispo que fue de la Diócesis de Guadiz y luego de Cádiz.
@ManoloDevesa