La tarde en que la figura del Fenix pudo provocar una tragedia

Aquel viernes la tarde parecía tranquila en Cádiz. Sin embargo en Sevilla pasaban por el duro trago de enterrar a Juan Torres León, el policía asesinado por el Grapo unos días antes. El entierro era multitudinario y en toda España la alargada sombra de ETA se cernía sobre ellos. Cualquier sonido, cualquier estruendo encogía el corazón. En Cádiz estoy seguro que fueron muchos a los que se les debió atragantar el almuerzo en casa al escuchar el enorme estruendo que provocaba la caída de la figura que corona el Edificio Fénix. Eran las cuatro menos veinte de la tarde del 11 de mayo de 1979. 

Mientras medio Cádiz almuerza en sus respectivas casas, fuera el viento de Levante sopla con muchísima fuerza al punto de casi provocar una auténtica tragedia. La figura del ave del Banco Banesto, colocada en un edificio que durante un tiempo pudo presumir de ser de los más altos de Andalucía, cae a una altura de cincuenta metros arrastrando consigo mil trescientos kilos. Casi nada. Imaginen el revuelo armado en un horario donde el autobús 141 circula cerca de la marquesina que hay justamente debajo y que es destrozada. El bus, que lleva unas doce personas es dañado también aunque afortunadamente no hay que lamentar ningún daño personal.

El bullicio a esas tranquilas horas de la tarde es tremendo. Muchos gaditanos acuden al lugar de los hechos para ver como la figura yace en el suelo y la marquesina luce destrozada. Ha sido un enorme susto pero podría haber acarreado una horrible tragedia. Durante semanas la conversación en Cádiz no gira en torno a otro asunto que éste: «Ha debido ser un milagro el que no cogiese a nadie abajo» dicen unos. «Menos mal que cayó a la hora de comer, eso nos ha salvado» dicen otros.

Más de cuatro décadas después ahí sigue desde que se colocase de nuevo, divisando no solo nuevos temporales si no la magnífica estampa que le regala su privilegiada situación. Desde aquel día y durante gran parte de mi niñez la pregunta de mis hermanos y mía a mi padre cuando pasábamos por allí era: «Papá ¿qué pasó cuando el Fenix se cayó?» y mi padre nos lo explicaba una y otra vez como si fuese la primera hasta que se dio cuenta de nuestras pícaras y cómplices risas, que solo buscaban más que la carga y la guasa gaditana. «Que hizo un boquete mu grande» terminó resumiendo con una sonrisa en la boca. Uff, parece que fue ayer.

@ManoloDevesa

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