Han tenido que pasar 58 largos días para que los pequeños negocios hayan vuelto a abrir sus puertas. Librerías, perfumerías y tiendas de ropa se han enfrentado hoy a la esperada vuelta al trabajo donde en cuestión de casi dos meses las reglas han cambiado: guantes, mascarillas y pantallas para los empleados. Geles, guantes y la prudencial distancia de seguridad de un metro para los clientes.
Han podido ser las dos frases del día: «Que alegría de volver a veros» entre clientes y dependientes y «Espere donde marca la señal del suelo. No se acerque tanto, por favor». Porque nosotros, los españoles y más concretamente los andaluces, somos de tocarnos, de gesticular y de acercarnos peligrosamente para hablar. Nada de eso se puede hacer ahora. Será cuestión de acostumbrarse. En la calle ha vuelto el ajetreo perdido durante estos dos meses y en algunos negocios se han podido ver hasta colas tanto dentro como fuera.

Uno de los sectores más fuertes de la ciudad, la hostelería, comenzaba hoy también una nueva etapa con muchas medidas de higiene y seguridad: el 50% de las terrazas al aire libre como la principal. Aun así, han bastado solo unas horas para ver imágenes que echábamos de menos: terrazas con gente dispuesta a tomarse algo o a desayunar en un intento de olvidar lo ocurrido y de echarle una mano al comercio vecino. Eso sí, teniendo siempre le precaución necesaria.
De repente y en algunos momentos Cádiz ha vuelto a ser la de siempre, ésa que se había desdibujado durante el confinamiento. Viendo al público sentado tranquilamente en las terrazas tras todo lo ocurrido, a uno le dan ganas de repetir la frase atribuida a Fray Luis de León cuando volvía a su cátedra después de años encarcelado o a Miguel de Unamuno en su primera clase tras ser restituido como rector tras la dictadura de Primo de Rivera: «Decíamos ayer…». Pues eso.
@ManoloDevesa