Nuevo palo en el mundo de la hostelería gaditana. El Café Teatro El Vagamundo que lleva Paco El Catalán en la calle Javier de Burgos cerrará sus puertas tras más de diez años abierto al público: «No voy a esconder mi frustración, no voy a caer en el postureo de “lo dejo porque estaba cansado» dice en un largo estado que él mismo ha escrito a modo de despedida en su Facebook. «De la misma manera que se cierra una puerta se abre otra, pero amig@s, esto es un portazo» afirma contundentemente.
El cierre de El Vagamundo en la plaza del Palillero se unirá al de ZARA, que lo hacía oficial antes de comenzar la pandemia de Coronavirus y de TRUCCO, que se trasladará a la calle José del Toro dejando el local que tiene en Columela. Una baja que, me temo, no será la última de las que presenciaremos en los próximos meses.
Desde LA AZOTEA mostrar la pena de ver como un negocio que ya se había hecho su hueco en la ciudad tiene que cerrar con todo lo que ello conlleva. Como Manuel Devesa, jamás olvidaré la noche en la que pusimos el punto y final a las presentaciones de mi novela La noche que miramos al cielo en un acto que retransmitimos incluso en directo y en la que Paco puso todo su interés. Gracias de verdad!
ASÍ SE HA COMUNICADO PACO EL CIERRE DESDE SU FACEBOOK
«Es obvio que todo tiene un final, que tarde o temprano pasamos página y que, si o si, la vida te ofrece distintos caminos, oportunidades… De la misma manera que se cierra una puerta se abre otra, pero amig@s, esto es un portazo. Que siii, que tenemos que ser optimista, pensar positivamente… años y años escuchando como te decían que todo con trabajo iría mejor, que con esfuerzo todo se consigue… No voy a esconder mi frustración, no voy a caer en el postureo de “lo dejo porque estaba cansado”… En mi familia dicen que todo lo que hablo siempre lo relaciono con el carnaval, jajajajaj si no tengo remedio. Pues amig@s, compañer@s, camaradas, el popurrí llega a su final. Recuerdo esa presentación, ese primer día cuando de la nada aparecieron sin pedir permiso y por supuesto sin ningún tipo de interés, como se remangaban para dejar niquelada una apertura con lo poco que teníamos, pero El Vagamundos respiraba ilusión. Nuestro primer pasodoble empezó a gustar, tenía cierto aroma a pan tostado y café, ¡Y como poco a poco esas paredes se impregnaban de gaditanismo! (algo se está haciendo bien). Trabajo y trabajo, lo teníamos claro, el segundo pasodoble estaba escrito desde el corazón, pondríamos cuadros de nuestros amigos, crearíamos un ambiente cercano, familiar e intentaríamos inundar de coplas todos sus rincones. Llegaron los cuplés, con toda la guasa mundo; Protesta del vecino de arriba, el avellanado que científicamente no existe pero, que al parecer en el palillero conocen la fórmula, la arqueta que hay que limpiar, la tostadora muere…y siempre el mismo estribillo. Popurrí!, popurrí!, nosotros mismos nos pedíamos el popurrí y claro, como se suele decir, si llevas una buena presentación en esta pieza no podíamos fallar. Se abrió el escenario, humilde, cercano, sencillo ¿Que se podía esperar de una cafetería?. De la noche a la mañana se convirtió en un punto de encuentro, gente de todos los lugares de España visitaban “El Vagamundos” (os prometo que no exagero), llegamos a pensar que se nos quería más afuera que aquí mismo, y yo, lo sigo pensando. Termina, mi fantasía termina, se acabó mi pantomima… Así comenzaba el final del popurrí de la comparsa “Entre rejas” y con el permiso de su autor así me despido. Se despide “El Vagamundos”, dejo atrás diez años y medio de mi vida, estrés, impotencia, alegrías, quebraderos de cabeza, cumpleaños, comuniones, actuaciones inolvidables, ensayos, navidades… Quisiera agradecer a Elvira Plaza, su entrega días tras día, a todos los clientes, al que no falló ni un día, al “pesao”, al exigente, al amable, al tolerante… A todos los amigos (ellos saben quiénes son). Gracias a mi familia, orgulloso de todos, os quiero. Y como no, a la mujer de mi vida, mi pilar, sobran las palabras, ¡qué sabe nadie!…