Hasta aquí hemos llegado

Llega la noche y las preocupaciones vuelven a instalarse en mi cabeza. Una vuelta para acá, otra para allá. Así pasan los minutos y mi desesperación se hace cada vez mayor. No soy el único, lo sé. Las víctimas de la crisis del coronavirus no acaban con los números de contagiados o fallecidos. Va más allá. ¿Cuándo volveremos a trabajar, a abrazar, ver a los nuestros o reanudar nuestra vida normal? Llevamos más de un mes de confinamiento, algo que sinceramente les digo, jamás me hubiese imaginado incluso cuando decían las primeras semanas que esto iba a ser así. Y aunque la imagen idílica que quieran dar de la sociedad sea la de la unión y la solidaridad, solo hay que asomarse a las redes sociales para ver como se trabaja duro para que eso no sea así. Se trabaja desde cuentas falsas de algún que otro partido cuya misión es la de repartir odio para enfrentar a los unos con los otros porque no les conviene la unión entre las personas. Porque viven del conflicto y se mueven mejor en la provocación y el escándalo. Es más que probable que no tengamos al mejor Gobierno y así lo avalen sus bandadas y errores pero viendo el comportamiento de la oposición no tengo duda que son el peor virus que podemos tener.

Así que hasta aquí hemos llegado. Porque está uno desde su tribuna intentando ser prudente para no calentar más al personal y están ellos, los que tienen que dar ejemplo de unión, tirándose los trastos a la cabeza y jugando a ver quién dice la salvajada más grande. Angustiando deliberadamente a una sociedad a la que ya le cuesta dormir por las noches y que se siente prisionera no solo del forzoso confinamiento si no de una mancha de políticos que ni siquiera en momentos como éstos, donde se ha demostrado que ni ideales ni clases se salvan de la pandemia, son capaces de pensar en lo que nos une y lo único que les preocupa es salvarse el culo.

Mi prioridad, llámenme raro, es ahora superar la crisis sanitaria en la que estamos envueltos. Volver a ver las calles de mi ciudad llenas de vida y los ojos de mi gente exentos de cualquier miedo y desazón. Lo que menos me preocupa ahora es quién a raíz de todo esto va a sacar beneficio o cavarse su propia tumba. Ya habrá tiempo de depurar responsabilidades. Claro que sí. Caiga quien caiga. Y ojalá que la justicia sea igual de implacable tanto con aquellos que sabiendo presuntamente qué podía ocurrir callaron, como con los que en vez de tranquilizar a la población e intentar luchar en la misma dirección, se dedicaron a provocar, dividir, lanzar bulos a diestro y siniestro y mirar por su único interés: lucrarse.

Hace unos días leía en las redes sociales una frase que me hizo reflexionar: «nos comemos antes un bulo afín a nuestras ideas que una evidencia que las cuestione». Y eso amigos aunque nos duela, no es culpa de ningún político.

@ManoloDevesa

Deja un comentario