Está claro que Melchor, Gaspar y Baltasar han debido quedarse a gusto cuando han soltado los numerosos patinetes eléctricos que desde el 6 de enero circulan por nuestra ciudad. El regalo de moda sin lugar a dudas de estos Reyes. Sin embargo debían haber dejado junto a tan preciado regalo un poco más de empatía y responsabilidad porque el hecho de que aún la normativa para estos vehículos, que tengo entendido deben ir por el carril bici, no se haya perfeccionado todo lo que debería hacerlo, no puede servir de excusa para que una persona sea capaz de hacer lo que hemos visto hace unos días en pleno Campo del Sur. La Policía Local de Cádiz ha abierto una investigación con el ánimo de localizar al conductor de un patinete eléctrico que tras atropellar a una persona se dio a la fuga como si nada hubiese pasado.
Llevo mucho tiempo observando como la indiferencia se ha adueñado del ser humano. Solo hay que ver como vamos por la calle: mirando hacia abajo con el móvil en la mano (yo el primero), hablando con los cascos por teléfono o escuchando música ya como el culmen de no querer saber nada de lo que nos rodea. Hemos anulado la empatía tan necesaria para hacer de este mundo un lugar mejor. Probablemente se deba al ritmo de vida al que estamos sometidos en nuestro día a día donde vamos siempre con el tiempo justo corriendo a todas partes. Sin embargo poco estrés deben tener los chicos y chicas que no llegan ni a adolescentes para, absortos de la realidad que les rodea, se pongan a bailar con coreografía incluida en medio de una cola de un supermercado. Eso lo he visto yo… Van a su bola, que se dice en su peculiar jerga.
Hemos logrado librarnos de cualquier tipo de responsabilidad bajo esa teoría del amor a uno mismo. Un individualismo de consecuencias terribles que solo provoca egoísmo, insolidaridad y cero compañerismo. Mientras la cosa no vaya con nosotros, el mundo puede caerse. Los modernos lo llaman «Yoísmo» y en él se escudan cuando se les pide explicaciones. Yo lo llamo ecpatía y deshumanización. Nos quedamos con la locura de los patinetes. Yo me quedo con la frialdad del individuo/a a la hora de marcharse dejando a una persona en el suelo. Lamentable.
@ManoloDevesa