Rondaba marzo de 1973. Aquel año, cuando la plaza del Palillero y San Antonio inauguraban la zona azul gratuita reduciendo a noventa minutos el tiempo en que los vehículos podían estar aparcados, dos capitales como Cádiz y Sevilla se unían gracias a la AP4. Una autopista que les permitiría a sus ciudadanos pasar de una ciudad a otra en menor tiempo a costa de un peaje que debían pagar en principio hasta 1993, año en que se cumplía la concesión. Sin embargo en 1977 y con Adolfo Suárez ya a la cabeza del Gobierno, se decide aprobar la primera prórroga hasta 1999. Seis años más en los que sevillanos y gaditanos tendrán que seguir pagando no solo por el placer de visitar ambas ciudades si no por la obligación de trabajar en ellas. Sin embargo, ni mucho menos queda ahí la cosa: cuando el socialista Felipe González llega a Moncloa, entre otras decisiones toma la de prorrogar aún más la concesión del peaje retrasándolo siete años más y fijando su fin en 2006. Y como no hay dos sin tres, el popular José María Aznar decide en 1997 que el fin del peaje de la AP-4 debe acabar en 2019. Un viento de trece años que dir8a Ares muy poéticamente. Es asi como las dos capitales andaluzas hemos tenido que aguantar 26 largos años de peaje ante la promesa del político de turno que, a sabiendas de que hasta este año nada se podía hacer, nos vendían la moto cada vez que querían congraciarse con nosotros. Con las que arman por imbecilidades y qué bien se ha entendido los políticos en esto todos estos años. Para esto sí que no ha habido diferencias entre ellos. De hecho parece que han jugado a ver quién la tenía más larga. La prórroga se entiende…
En Cádiz será el tercer peaje que desaparecerá tras el del Puente Carranza y el de Jerez por el que se pagaban cincuenta pesetas cada uno. Cuarenta y siete años después de su inauguración, la de esta medianoche será la última en la que los turismos tengan que abonar los odiosos 7.45 euros para ir a Cádiz o Sevilla porque tras las campanadas que mañana nos trasladarán al 2020, los postes no volverán a levantarse y serán desmantelados para pasar a la historia. Mañana no solo terminará la pesadilla de aquellos que, por motivos de trabajo, viven entre Cádiz y Sevilla a costa de tener que pagar encima por ello, sino que acabará tambien la historia de un abuso en toda regla, de un robo a mano armada. Cuarenta y siete años de su inauguración y veinticuatro de prórrogas. Si ya acabando en 1993, los beneficios eran más que previsibles, ¿cuánto habrán sacado en estas más de dos décadas? Cuando mañana después de las uvas, más de un gaditano que tenga que volver a Sevilla o viceversa, mire hacia atras y vea los postes podrá exclamar: «Adiós peaje, adiós peicha!
@ManoloDevesa