Pedro Sánchez no ha sido investido Presidente del Gobierno al menos en la primera vuelta. Habrá que esperar al jueves para ver si las negociaciones entre PSOE y PODEMOS llegan a buen puerto y el partido de Iglesias decide dar el sí formando el ya famoso Gobierno de coalición.
Sánchez lo tiene muy difícil. No quisiera estar en su piel por nada del mundo porque a pesar de la más que evidente mejoría de sus resultados en las elecciones del pasado 28 de abril, su situación es crítica, complicada y lleva a una enorme sensación de impotencia. Es crítica porque se enfrenta a un pacto del que puede no salir bien parado y es complicada porque aun no produciéndose puede salir igual de perjudicado. Ante esto lo más lógico sería eso de «perdidos al río» y formar el Gobierno de coalición para que al menos no pueda decirse que no lo ha intentado.
Sin embargo Pedro se ha equivocado de estrategia en sus intervenciones y su mal planteamiento le ha llevado al fracaso en el primer intento de investidura. Sánchez rogó desesperadamente a la derecha su abstención en un intento de mostrar a la sociedad que si pacta con los de Iglesias o recibe el apoyo de los independentistas es porque no le queda más remedio.
Pedro no está convencido del todo. Sabe lo que se juega al formar Gobierno con un partido que, por una parte, se hunde estrepitosamente en las elecciones y por otra, su manera de hacer política es demasiado diferente a lo que la sociedad está acostumbrada. A su inseguridad se une la responsabilidad que debe tener un Presidente del Gobierno, y si a esto le sumamos las presiones de los que no ven con buenos ojos la coalición, tenemos una negociación a medias que se hace sin creer realmente en ella y que mira de reojo constantemente a la oposición rogándoles su abstención para no tener que pasar por el trago. Ante esto es lógico que Iglesias, al igual que le ocurre a Abascal con Ciudadanos, se sienta ofendido. Es normal que hablen de sillones y de carteras porque saben la importancia de su voto para el futuro de España.
De las intervenciones de los diferentes líderes políticos habría que destacar la de un Casado que se mostró algo más moderado, un Rivera que continúa con la estrategia de la agitación y un Sánchez que no supo convencer a nadie. Se salvó Iglesias quien a pesar de su ya sabida prepotencia, supo cantarle las cuarenta a todos sin despeinarse manteniendo el buen tono y hasta la educación. Demoledora su frase a Sánchez: «Ustedes han hecho grandes cosas y cosas buenas, pero sean humildes: si no fuera por sus errores, nosotros no estaríamos aquí«.
@ManoloDevesa