¡Qué difícil debe ser gobernar una ciudad como la nuestra!. En la que paso que des tienes tropecientas mil protestas. Si haces algo porque lo haces y si no das el paso porque no lo das. El Ayuntamiento de Cádiz ha instalado finalmente un tiovivo en pleno centro de la ciudad. Concretamente en la Plaza de la Catedral. Lo ha hecho en miedo de una polémica sobre el lugar de ubicación de una atracción que hará las delicias de los visitantes que vengan en familia aumentando así las ofertas veraniegas en una ciudad como la nuestra hasta el próximo 15 de septiembre.
Lejos de alegrarnos por contar con un nuevo escenario que anime así el verano gaditano, la instalación de la atracción no ha sido bien recibida por algunas asociaciones, alguna de ellas incluso de zonas alejadas como la de Segunda Aguada o la Federación Vecinos de Cádiz 5 de abril. La razón del rechazo: «es un entorno que cuenta con la Catedral, el monumento más visitado de la provincia de Cádiz, y esto estropearía su estética«. Aseguran además que la plaza de la Catedral está catalogada como entorno BIC (Bien de Interés Cultural), por lo que debe ser autorizado previamente por la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía. Autorización que no parece constar en el expediente.
Hay cosas que a uno le duele reconocer y el derrotismo del gaditano es una de ellas. Aquí se nos llena la boca criticando la poca vida de la ciudad en algunos períodos del año. Eso está bien porque es una muestra de inconformismo y porque en teoría lo que busca es el bien de nuestra ciudad. Pero cuando por ejemplo el Paseo Marítimo ha disfrutado de la vida que le daba la juventud en los tiempos en los que en Muñoz Arenillas no cabía ni un alfiler, se protestó para quitarlo. Hace unos años se originó una de esas polémicas protestas que tanto abundan por aquí por la ubicación de la carpa de carnaval en pleno muelle y las barbacoas que tanta vida dieron a las playas y al Trofeo en sí, también acabaron desapareciendo. Como los conciertos en la playa. «Tanto carnaval, tanto carnaval» dicen ahora también cuando hablamos del carnaval de verano o del que se organiza en la noche del Trofeo. ¿Qué clase de ciudad queremos entonces? Porque para colmo, el comentario más repetido entre nosotros mismos es decir que Cádiz está muerto.
No se puede luchar contra una ciudad capaz de protestar contra su propia evolución. Cádiz es lo que es: una ciudad pequeña y limitada pero que, a pesar de eso no debe quedarse atrás. Una ciudad donde algunos eventos causaran «molestias» a unos y otros a otros. Pero si en carnavales la Viña protestase, si en Semana Santa lo hiciese el Palillero y en verano la gente que vive en el Paseo Marítimo, Cádiz hubiese muerto hace mucho tiempo.
Este verano he tenido el honor de conocer entre otros lugares, la ciudad belga de Gante. Una ciudad portuaria que nos recibió con un triatlón en plena Plaza Mayor. Al igual que nos ocurrió cuando visitamos Cáceres o Granada. Sin embargo nada de eso nos impidió disfrutar de ellas y de su maravillosa estética. Allí estaban los turistas; disfrutando de cada uno de sus rincones. Es el mejor antídoto, el viajar, para ver que a veces este tipo de críticas no son si no otra forma de derrotismo más.
@ManoloDevesa
En medio de dos edificios religiosos de primer orden, la verdad es que no es el sitio más adecuado. Aunque tampoco es que sea una aberración. Tú pones este tiovivo en la plaza del Obradorio y de muelen a palos. Cádiz lo acepta, pero tiene el derecho a mostrar una opinión en contra, habiendo sitios mejores como la plaza de San Juan de Dios o Canalejas. Sin hablar de Puertatierra, donde vive la mayor parte de la población. Es cuestión de opiniones.
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