Hubo un tiempo en que en Cádiz proliferaban los grandes negocios. Pero el paso del tiempo, la excesiva permisividad o el pasotismo de sus políticos y el de los propios ciudadanos dio lugar al cierre de muchos de ellos dejando un triste panorama empresarial que aun dura a día de hoy. Fue en abril del año 1990 cuando uno de esos muchos negocios existentes en la ciudad daba por finalizada su actividad pasando a formar parte de la historia de Cádiz. Hablamos de la Fundición Vigorito, situada donde hoy vemos El Circo Romano en el Campo del Sur.
El fin de Vigorito no fue cualquier cosa. Supuso acabar con una historia de 180 años de una empresa gaditana que llegó a ser de las punteras en su sector. El gaditano Rafael Manzano, curtido en los Astilleros gaditanos y que llegó a entablar una importante amistad con el mismísimo Isaac Peral, funda en 1905 la empresa «Fundiciones Rafael Manzano: el Sur de Cadiz» en pleno Campo del Sur. Lugar donde por cierto se fundió la estructura del edificio de Correos, ubicado junto a la Plaza del Mercado y la de las Flores.

Sin embargo, una vez fallecido Rafael en febrero de 1931 y acabada la Guerra Civil, el taller cae en un declive que obliga a vender la empresa en 1947 a la familia Vigorito pasando a llamarse «Talleres Vigorito». Desde ahí, los talleres se hacen un enorme hueco en la vida de la ciudad aglutinando a unos 70 trabajadores.
La entrada del taller estaba situada en la calle Silencio y una de las imágenes que más se recuerdan es la de su camión rojo en la puerta de la Fundición. Sin embargo los años 70 traen consigo un inquietante hecho que hace peligrar la vida del taller: en 1972 se inicia un largo proceso que acabará con la declaración de utilidad pública del taller por parte del Gobierno en 1978. Solo unos meses después el Gobierno Civil gaditano acuerda la necesidad de ocupar la finca. En realidad la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía desea encontrar el teatro romano que se esconde bajo la fundición. Aunque la cosa se va a ir dilatando hasta llegar al 18 de Abril de 1990.
Ese día los muros del veterano taller son derribados para recuperar definitivamente el teatro con la esperanza de sacarle rendimiento tanto patrimonial como turísticamente. Un teatro romano en pleno casco antiguo. Un atractivo más para la ciudad que sin duda hay que explotar. Sin embargo y aunque se ponen manos a la obra hasta conseguir que el Teatro Romano se convierta en una de las visitas más obligadas en nuestra ciudad, no se explota lo suficiente. El Teatro pasa por una época donde permanece más tiempo cerrado que abierto. Afortunadamente desde hace unos años y tras mucho tiempo en obras, la Junta de Andalucía decidía volverlo a abrir al público.
@ManoloDevesa / Foto: KIKI