La apasionante historia de Vivillo, el célebre bandolero que pasó por Cádiz

Que cierto es aquello de que la realidad supera siempre a la ficción. Hablamos de un bandolero. Ríanse ustedes de Curro Jiménez. Porque hablar de Joaquín Camargo El Vivillo es hablar de un personaje real. De carne y hueso. El más célebre bandido de la historia del bandolerismo.

El Vivillo, apodo puesto precisamente por lo espabilado que era, nació en Estepa (Sevilla) en 1865 en el seno de una numerosa y humilde familia, y aunque de joven el campo era su trabajo, pronto descubrió otra manera de ganarse la vida: el contrabando.

Camargo comenzó a actuar en las sierras de Cádiz y Ronda destacando por ejemplo el golpe dado en Setenil de las Bodegas cuando robó a los feriantes que volvían con el dinero ganado en la feria de Villamartín o el robo de 2000 duros allá por 1903 al propietario Pedro Guzmán dejando amarrado a los siete hombres que lo acompañaban. En definitiva hechos que le sirvieron para alzar su popularidad. Un bandolero de los de películas. De los que desvalijaba casas en un abrir y cerrar de ojos y la pesadilla de la Guardia Civil.

Sin embargo el caso que lo lleva a pasar por nuestra ciudad es una muerte. El Vivillo corre a Málaga capital para esconderse en Casa Alés, dedicada a la fabricación de aguardientes y licores, propiedad de un amigo suyo a quien confiesa su inocencia. En realidad sus pensamientos están puestos en Buenos Aires, donde finalmente puede escaparse junto a su mujer y sus cinco hijos.

El Vivillo llega al muelle de Cádiz un 19 de febrero de 1909. La expectación es enorme y muchos curiosos acuden a ver en persona a tan destacado personaje

Es en 1908 tras un chivatazo, cuando es localizado y devuelto a España a bordo del ‘Satrústegui’. Es ahí cuando El Vivillo llega al muelle de Cádiz un 19 de febrero de 1909. La expectación es enorme y muchos curiosos acuden a ver en persona a tan destacado personaje. Camargo es escoltado por la Guardia Civil camino de un bote auxiliar para su traslado al arsenal de la Carraca.

El Vivillo habla tranquilamente con la prensa mientras firma incluso autógrafos. Manifesta su seguridad en ser absuelto de los delitos que se le acusan. Dice que en Argentina lleva una vida de lo más normal pero que un zapatero, natural de San Roque le ha traicionado…

Afortunadamente y tras un tiempo corto en la cárcel, el matrimonio del rey Alfonso XIII da paso a la amnistía general por lo que El Vivillo es indultado pudiendo reanudar así su vida. Algo que hace como picador de toros en las plazas de Linares y Madrid. Aun así, por su cabeza ronda la idea de volver a Buenos Aires y allí que se dirige acompañado de su familia.

Sin embargo, el 17 de julio de 1929 el cuerpo de El Vivillo aparece sin vida. Tras la pérdida de su esposa e incapaz de soportar su pérdida, el famoso bandolero decide poner punto y final a su vida envenenándose con cianuro potásico.

@ManoloDevesa

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