Jornada de decepción

La campaña electoral para las elecciones generales acababa esta medianoche en medio de los habituales mítines fiesta que buscan entusiasmar al electorado. Los líderes de los partidos políticos esperan ansiosos el resultado de las elecciones de mañana que llevarán a España a iniciar un nuevo e inquietante camino.

Nos hemos enfrentado a la campaña electoral más inusual. Con la Semana Santa de por medio y con declaraciones que más que animarte a votar lo que han conseguido es que demos un paso hacia atrás. Con nuevas estrategias de marketing: Una tarde me llamó Fran González, alcaldable del PSOE en Cádiz para preguntarme sugerencias para nuestra ciudad. Pues ni aun llamando él me supo escuchar. Era obviamente un contestador, claro… También lo hizo Irene Montero, portavoz de Unidas Podemos, para preguntarme que si un Gobierno entre PSOE y CS sería de izquierda o derecha. Kichi se hizo un Instagram y hasta Juancho Ortiz, alcaldabe del PP, me sigue en mis dos cuentas: tanto la personal como la de LA AZOTEA. Luego he visto que sigue a medio Cádiz. Una de dos: un intento más de acercarse al pueblo aunque sea de manera virtual o que quiere ser instagramer.

Sin embargo visto lo visto en estas semanas, la jornada de reflexión de hoy sábado se me hace corta. Necesito meses para analizar las diferentes afirmaciones y declaraciones que aun resuenan en mi cabeza y que no han hecho otra cosa si no sumirme en una enorme decepción. Porque que el señor Sánchez esté dispuesto a contar de nuevo con el voto de los independentistas cuando el adelanto electoral ha sido precisamente por el fracaso del mismo, te hace plantearte muchas preguntas que ni siquiera expondré por aquello de no levantar ninguna polémica. Que el partido de Rivera, que ha negado por activa y por pasiva, ser de derechas, tienda la mano únicamente al PP como socio más cercano para formar Gobierno, solo ha dado la razón a todos los que ya lo advertían y nos ha resuelto la duda a esos que la teníamos. Por no hablar del cierre de campaña del Partido Popular que lo ha bordado afirmando que no se cierra a que la ultraderecha forme parte de su Gobierno.

En medio de todo esto está la formación de Pablo Iglesias, víctima de toda una campaña de desacreditación por parte de las llamadas «cloacas del Estado» que no solo han destapado un escándalo tan grande como desapercibido en los medios si no que han demostrado que la realidad siempre supera a la ficción. Sin embargo y pese a esto, el discurso de Podemos sigue produciéndome demasiadas dudas. Demasiados gestos y buenismos que ridiculizan la mayoría de las veces causas justas y necesarias. Y luego están los otros, los que han hecho del odio, de los desagradables gestos y de las broncas e hirientes declaraciones su discurso. Ellos que tanto aman España.

Así que con este panorama y teniendo como principal objetivo lo mejor para el país en el que vivimos, uno se enfrenta a tener elegir entre uno de los cuatro partidos dispuestos a gobernar España. Es elegir, y permítanme la incorrección en un tiempo de demasiada corrección política, al tuerto en el país de los ciegos. Al menos malo, para que me entiendan.

Lo que sí tengo claro es la España en la que no quiero vivir: la del retroceso y la pérdida de derechos. La de la división de las clases sociales y la que ponga en evidencia la diversidad de ideologías políticas. La que excluya a determinados colectivos por el mero hecho de pertenecer a ellos. No quiero una España que te de lecciones de patriotismo y no comparta más que el que crea ser el correcto.

Por eso mañana iré a votar. A ejercer el derecho que impida que España se convierta en todo eso. Con dudas por todo lo anteriormente expuesto pero con una cosa clara: lo mejor para el país en el que vivo. Y si la cosa se tuerce y nos vemos inmersos en un proceso de retroceso, ahí estaremos para hacerles frente y evitar que España sea el país de solo unos pocos.

@ManoloDevesa

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