El hermano del Perdón que no vio la luz del Viernes Santo

Que cierto es que uno nunca sabe cuando le va a tocar marcharse. Imaginen un día como hoy de 1979. Cádiz vive su madrugada de Jueves Santo en medio de una ciudad envuelta en cambios políticos: Carlos Díaz negocia el apoyo de diferentes partidos de izquierdas para convertirse en el primer alcalde de la democracia.

La cofradía del Santísimo Cristo del Perdón sale un año más ignorando el triste final que tendrá uno de sus hermanos. Ramón Devesa es el secretario de la hermandad. Tiene 45 años, está felizmente casado y disfruta de sus cuatro hijos. Todo parece marchar bien y en torno a las tres de la madrugada ocupa la Tribuna oficial del Palillero en compañía del resto de la Junta de Cofradías.

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El Cristo del Perdón de Miguel Lainez

Sin embargo, Ramón comienza a sentirse un poco cansado. Hace esfuerzos para poder respirar y se toca el pecho en varias ocasiones mientras disfruta de su hermandad. Ante este malestar decide tomarse una pastilla y continuar con el recorrido tras incorporarse en Palillero hasta la calle Nueva. Allí y en medio de una visible emoción por lo que los cargadores hacen con los titulares de la hermandad vuelve a sentir molestias. Preocupado decide salir y tomarse un café y otro comprimido más en la cafetería Mikay.

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Ramón marcha hacia la iglesia de Santa Cruz para esperar a su hermandad. Espera, ya más tranquilo, que las molestias desaparezcan de una buena vez. Pero cuando el Cristo asoma por la calle Fray Félix, y embargado por tan bonita imagen, Ramón siente que todo se derrumba a su alrededor. Hace esfuerzos por mantenerse en pie. Se agarra al quicio de la puerta del templo para no desfallecer con la mirada fijada en el Señor que cada vez se acerca más. Pero todo es en vano. El secretario cae al suelo irremediablemente ante las miradas atónitas del público presente. Rápidamente es trasladado a la Residencia Sanitaria. El revuelo en el cortejo es tan grande como comprensible. El Cristo logra llegar a la puerta de Santa Cruz en el momento en que el teléfono suena para dar la fatídica noticia: Ramón ha fallecido.

La noticia cae como un jarro de agua fría y se extiende por la plaza en solo unos minutos. Así que rotos de dolor, la cofradía decide prescindir de la música con la Virgen y marchar a paso horquilla como señal de duelo ante un hermano muy querido en la hermandad.

La vuelta de Ramón a su querida parroquia es ya sin vida. Amortajado con la túnica que llevaba puesta, es allí donde se instala la capilla ardiente y es velado durante toda la noche hasta que en torno a las once de la mañana del 13 de abril de 1979, el féretro es trasladado por diferentes cargadores al cementerio. Numerosas coronas llegan de parte del resto de cofradías y del Instituto Hidrográfico, lugar donde Ramón trabajaba.

Cuarenta años después de aquel triste suceso, la cofradía del Perdón sigue recordándole con mucho cariño. Ramón iniciaba con la ilusión y devoción de siempre su estación de penitencia sin saber que aquel año no iba a poder terminarla.

@ManoloDevesa

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