La sangría de PODEMOS

PODEMOS se diliye lentamente. Es lo que estamos viendo en los últimos meses. Ya su resultado electoral en las elecciones andaluzas fue un adelanto a lo que estaba por llegar. La marcha de Errejón al equipo de Carmena ha supuesto un duro varapalo para el Secretario General, Pablo Iglesias, quien no ha dudado en expresarlo públicamente diciendo que se ha quedado tocado y triste: «No doy crédito a lo que han hecho Manuela e Íñigo. Nuestros inscritos se merecen más respeto» ha dicho. La crisis se ha agravado con la dimisión de Ramón Espinar que no solo ha renunciado a liderar el partido en Madrid si no que ha abandonado también sus escaños en la Asamblea y el Senado, donde era portavoz.

A las palabras del propio Iglesias: «Nuestros inscritos se merecen más respeto» yo sumaría también seriedad. ¿Que ha podido ocurrir en un partido que llegó a verse como una seria alternativa al panorama político? La excesiva demagogia en su discurso y la obsesión por lo políticamente correcto puede que tengan algo que ver. Esto último nos ha robado incluso la espontaneidad de cada uno de nosotros. Puede que su postureo o su forma de hacer política basada, salvo en algunas ocasiones, en numerosos gestos hayan ido cansando y desilusionando al electorado que ha visto como el partido del cambio lo era más de palabra que de hechos.

A PODEMOS le debemos la visibilización de algunos problemas que antes eran prácticamente inexistentes a los ojos de la sociedad. En eso hemos salido ganando. Pero su manera de llevarla a cabo ha terminado muchas veces rozando la ridiculez o lo caricaturesco. Algo que el resto de partidos y muchos medios han sabido aprovechar muy bien.

El hecho de estar siempre en contra de las opiniones o decisiones más populares ha provocado que cada vez sea más difícil identificarse con un partido que se muestra prácticamente en contra de todo lo que no se haga tal y como ellos quieren. A veces es cuestión de paciencia y de tener mano izquierda.

La crisis de PODEMOS coincide con el auge de la ultraderecha de la mano de VOX, quiénes afirman que entre sus votantes hay muchos de los que antes votaban al partido morado. A mí este cambio tan brusco me van a permitir que lo ponga en duda. No se acuesta uno siendo de Podemos y se levanta votando a la ultraderecha. Lo que no hay duda es que hay un claro auge de la derecha y un retroceso en la sociedad, probablemente provocado por el hastío de la política en general y una izquierda que es incapaz de permanecer unida. Solo cuando les han visto las orejas al lobo en Andalucía, parecen estar dispuestos a entenderse e incluso a quitarse algunos complejos de encima. A ver cuánto les dura…

@ManoloDevesa

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