Las palabras se las lleva el viento. Pero lo escrito, amigos, lo escrito queda para siempre. Eso es bueno porque nos hace valorar lo que tenemos hoy día. Me ha impactado ver esta publicidad de los años 60 de los famosos pisos Isecotel en el Paseo marítimo y su peculiar manera de venderlo. Los pisos tenían servicio de limpieza y de botones. Vamos, todo un lujo.
Sin embargo no es eso lo más me ha llamado la atención. En un tiempo en que el machismo se persigue porque aun continúa vigente negándose a morir, con esta simple publicidad nos podemos hacer una idea de lo que pudieron vivir las mujeres de la época que si bien a muchas no les quedó más remedio que acostumbrarse, había otras que se resistían, y hacían muy bien, a ser inferior al hombre.

El texto comienza así: «¿Te imaginas?. Cuando me lo comunicó me quedé embobada«. La mujer de la fotografía posa con las manos entrelazadas en una mezcla de alegría y agradecimiento. No es para menos. Su marido le ha comprado una casa y ella se muestra encantada. Tanto que anima a su amiga a que haga lo mismo: «en fin chica, qué quieres que te diga, convence a tu marido, a ver si puede comprarte uno«. Ni en sueños la posibilidad de que ese piso lo comprase ella o entre los dos.
La publicidad es un reflejo de la cruda realidad. Porque hubo un tiempo, por mucho que nos cueste creerlo, en que el sitio de la mujer estaba en la casa y si para una simple compra debian de contar con el consentimiento de su esposo, imaginen como sería eso de comprar una casa. Sobran las palabras.
@ManoloDevesa