Almorzando en TEMPUS FUGIT

Dice mi amigo Paco siempre: «Como en una venta no se come en ninguna parte«. Supongo que se refiere a la cantidad y solo a veces a la calidad. Es cierto que en las ventas uno come abundantemente comida tradicional y a precios muy asequibles. Pero no nos engañemos. No siempre la cantidad tiene que ver con la calidad. En la variedad está el gusto. No todo puede ser así. El mundo de la cocina es infinito y variado como para cerrarse solo a lo de siempre. ¿Se imaginan que en Cádiz solo hubiese freidurías con pescao frito o bares de tapas? ¿Burguer o pizzerías?

Dicen que a veces menos es más. Eso le ocurre a TEMPUS FUGIT, el restaurante que ha cogido el testigo del TAPAS 33 en la esquina de la calle Almirante Vierna en Cádiz. Un restaurante cuyo local es pequeño pero acogedor con una decoración en la que uno se siente a gusto. Si hay algo merecedor de ser destacado es la labor del camarero, en este caso camarera. Almudena es atenta y hace de maestra de ceremonias del espectáculo en el que convierten la cocina. Ya lo dejan claro en el lema que se puede leer a modo de decoración en el propio restaurante: «Con la comida sí se juega«. Por eso la chica va presentando plato por plato dando incluso instrucciones a la hora de llevártelo a la boca.

Para empezar debe tener en cuenta tres importantes datos: no esperen una carta repleta de los mismos platos de siempre ni que estos sean generosos como los de una venta. Por último, tampoco espere que la atención, el ingenio a la hora de la presentación y la originalidad de la receta en sí vaya a ser de balde. Ya me entienden… TEMPUS FUGIT responde a ese nuevo concepto de restaurante. Teniendo claro estos tres conceptos, la visita puede resultar una experiencia de lo más agradable.

Algo tan sencillo como son los picos y el pan, en TEMPUS FUGIT tiene un valor especial ya que ambos son caseros. Nada de precocinados. Una auténtica maravilla. A partir de aquí y mediante imágenes les iré comentando algunos de los platos que pudimos degustar y tras los que está a cargo el cocinero Jesús Palma. Enhorabuena!

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Ya el aperitivo de bienvenida te hace una idea del tipo de cocina que vas a consumir. Acompañado de su extraordinario pan casero, el aperitivo es algo así como una reinterpretación de un plato tan gaditano como las papas aliñás. El resultado es sorprendente.
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La ensaladilla de bonito escabechado con sus encurtidos y huevas de salmón forma parte de los entrantes que el restaurante ofrece para ir abriendo boca.
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Las papas con mojo picón, guacamole y maíz están muy buenas. Especialmente el mojo picón que se nota que es casero y casi calcado al original típico canario.
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El concepto de platos para compartir es muy sui generis para este tipo de restaurantes. Porque si hubiésemos compartido por ejemplo la presa ibérica con gnochis y salsa de queso semi curado, no nos hubiese llegado ni a la muela. Por encima de la propia presa están los riquísimos gnochis que se deshacían en la boca como muestra de lo caseros que eran. Algo que hay que pagar, claro. Pero puestos a ello, si pusieran algunos más sería de agradecer.
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La nueva cocina tiene mucho de marketing y espectáculo. Para degustar el cordero con cuscús que se enconde tras ese tajine de barro, la camarera nos trajo ¡¡un reloj de arena!! para esperar a descubrir el suculento plato. Se hace acompañar de un caldo que la propia camarera indica cuando hay que incorporarlo.
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Sin duda lo mejor del almuerzo. Era para compartir pero como la mayoría de las personas que estábamos, lo pedimos a título individual. La «lasaña crujiente de gambones, bechamel de coral con sus cabezas y hongos, wonton frito y parmesano«estaba espectacular. Impresionante. Para comerse dos. Sobre todo viendo el reducido tamaño. De esos platos a repetir cada vez que vayas…
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Finalmente la tarta «Red Velvet» como postre. Tierna, esponjosa y nada empalagosa. Fue (después de mi lasaña) la reina del almuerzo. Al menos para mí.

@ManoloDevesa

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