Nunca me han gustado las banderas. Sin embargo respeto a las tres: la rojigualda, la blanca y verde y la morada. No me gustan porque creo que solo han servido para hacer daño a nuestra sociedad y dividirla más si cabe. Ocurre hoy con el tema de Cataluña, ocurre en el fútbol y ocurrió hace unos ochenta años dejando unas consecuencias más que lamentables. La patrimonialización que durante el franquismo se hizo de este país, dio paso a una especie de traumatismo en el que ocho décadas después existen muchos ciudadanos que se niegan a aceptar la bandera porque siguen relacionándola con una de las etapas más oscuras de nuestra historia. Temen que su apoyo se tome como una cuestión ideológica. La derecha supo sacar rédito durante la guerra entre republicanos y monárquicos apoderándose de ella y politizando directamente la cosa del sentimiento español. Algo que la izquierda consintió cegada probablemente en su lucha, respetable por otra parte, por una forma de Estado diferente.
Hace unos días ha saltado la polémica tras la parodia de Dani Mateo donde se sonaba los mocos con la bandera de España y la llamaba trapo. El teatrillo humorístico ha provocado una oleada de críticas impresionante. Una muestra más que evidente del complicado momento que vivimos. En realidad supongo que no es el qué si no el cuándo. El sketch se emite en un momento muy delicado en el que la bandera de un país es más cuestionada que nunca. A mi no me ofende pero entiendo que lo haga a un sectir de la sociedad. Sin embargo las consecuencias de este eterno enfrentamiento puede acercarnos peligrosamente a lo que estamos viendo en el resto de Europa: la llegada a los gobiernos de la temida ultraderecha.
Hace unas semanas veíamos como VOX reunía a una importante cantidad de personas en un mitin. De nuevo, la extrema derecha sacando rédito de los colores de la bandera española para atraer a quiénes se sienten desprotegidos de su sentimiento como español. Es por esto por lo que los diferentes partidos de izquierdas deberían unirse y romper de una puñetera vez con los prejuicios que durante la etapa del franquismo tanto se enquistaron. Porque de seguir en el plan en el que estamos, facilitaremos que un partido con ideas ultraconservadoras consiga el apoyo de los ciudadanos. La diversidad de ideas siempre es enriquecedora pero su defensa debe hacerse desde el máximo respeto y coherencia y no la hay mayor para cualquier demócrata que la de luchar para no retroceder ni tan siquiera un paso. Si VOX llegase alguna vez a tener si quiera representación parlamentaria, lo habremos empezado a dar.
Finalmente y hablando de coherencia y de esa ofensa que tanto produce ahora el humor, no me gustaría desaprovechar la ocasión que me brinda esta tribuna para hacer pública una pequeña reflexión: ¡Cuánto hubiesen agradecido el colectivo gay, la propia figura de la mujer o las personas con alguna minusvalía, ese apoyo unánime que ahora tienen los ofendidos de la bandera por parte incluso de marcas publicitarias, que dicho sea de paso, se hacen más publicidad que nunca y gratis, durante los años que tuvieron que aguantar con una forzada sonrisa en los labios el chistecito de marras porque aquello solo se trataba, según la mayoría de la sociedad, de humor. Un humor normalizado a la vez que lastimero.
@ManoloDevesa