El Puente de La Pepa ha cumplido tres años desde su inauguración aquella agitada mañana del 24 de septiembre de 2015. Un acontecimiento que provocó una extraña mezcla de ilusión, curiosidad, protestas y algo de rechazo.
La culminación del famoso puente llegó con bastante retraso. Los pensamientos de la entonces alcaldesa de la ciudad Teófila Martínez era tenerlo listo para el Bicentenario de la Constitución en 2012, año en que Cádiz se convertiría en toda una fiesta. Pero lo cierto es que el segundo centenario de nuestra Constitución pasó con más pena que gloria.
Una de las mayores crisis económicas sufridas por nuestro país llegaba allá por 2008 provocando una hecatombe en nuestra economía, de la que aún seguimos pagando sus consecuencias. Un número alarmante de parados evidenció más si cabe las necesidades del gaditano que se las tuvo que ver y desear para poder sobrevivir.
Cádiz se enfrenta a una matraca electoral inédita hasta ese momento
Sin embargo en una época donde los desahucios se sucedían con una asiduidad asombrosa, los impuestos subían en uno de los peores momentos, los sueldos eran recortados drásticamente y se despedían a personas que hasta ese momento habían asumido su trabajo como el definitivo, el gaditano tiene la impresión que el principal objetivo del gobierno que, se supone les representa, es la culminación del famoso Puente. Cádiz se enfrenta a una matraca electoral inédita hasta ese momento. La prensa habla del puente, la televisión municipal se inunda de spots, las pantallas LEDS que por entonces hay en la ciudad se encargan de que no nos olvidemos que gracias al Ayuntamiento las obras continúan. Hasta en el mismísimo autobús ocurre lo mismo y por si esto fuera poco nuestros buzones se llenan de propaganda del famoso puentecito.
El autobombo del Ayuntamiento con el puente no ayuda precisamente a crear empatía con el momento que se vive. Más bien lo destruye. Se acercan las elecciones municipales más difíciles a las que se enfrenta Teófila Martínez y la alcaldesa quema todos los cartuchos habidos y por haber.
…no entienden que con la que estaba cayendo la prioridad en ese momento se centrase en un proyecto sin el que la ciudad ha podido sobrevivir perfectamente todos estos años y no en solucionar sus problemas
Por una parte, las necesidades de una de las peores crisis sufridas en España y por otra las consecuencias de una oposición destructiva dispuesta a derrocar al Gobierno de turno, terminan despertando la indignación de un importante sector de la ciudadanía que no entiende que con la que está cayendo la prioridad en ese momento se centre en un proyecto sin el que la ciudad ha podido sobrevivir perfectamente todos estos años y no en solucionar sus problemas. La inauguración tiene lugar con un cambio en el Ayuntamiento que lidera José María González, reticente al proyecto, con la visita del presidente Rajoy y la presencia de Téofila ya en la oposición. Para colmo y ante el temor de que las protestas de la ciudadanía acaben en un altercado, las medidas de seguridad obligan a cortar el puente solo para las autoridades. Esto aleja más si cabe a los gaditanos de la cada vez más desalentadora clase política.
Tres años después y con las aguas algo más calmadas, el Puente de la Constitución ha ido ganando adeptos repartiéndose los cerca de 50.000 personas que llegan a Cádiz con el Puente Carranza. Sin duda, algo que seguramente han agradecido aquellos que sufrían las consecuencias del lento tráfico de entonces.
Para que me entiendan: No era el proyecto en sí lo que indignaba, aunque la desesperación nos cegara a veces, sino el momento y las formas en las que se vendió.
@ManoloDevesa