Los días comienzan a acortarse antes porque aunque las altas temperaturas nos vayan a acompañar un tiempo más, el verano como estación del año tiene los días, valga la redundancia, contados. Sin embargo no hablamos de principios de verano si no del presente año cuando se decidía comenzar unas obras en dos tramos de las playas de Santa María del Mar y La Victoria. La intención, como casi siempre, era buena ya que se trataba de instalar una nueva barandilla acristalada para evitar el riesgo a caer desde el Paseo a la playa debido a la estrechez de la acera y la altura de la muralla.
Comenzaban en enero y en teoría su plazo de ejecución apuntaba hacia a abril. Pero siendo conscientes de la maldición que pesa sobre esta ciudad en cuanto a proyectos se refiere, sabíamos que aquello no se cumpliría ni de lejos. «Al final, como siempre, a prisa y corriendo para el verano» decían algunos. Ojalá hubiese sido así. Porque en unas semanas llegará el otoño y aquello continúa vallado y cerrado al público desde enero.
El mal tiempo y los temporales de primavera pudieron influir en la tardanza, seamos comprensivos. Pero de eso han pasado ya otros cuatro o cinco meses. Como toda decisión municipal, la obra tuvo que enfrentarse a las críticas de la oposición que pronto comenzaron a dudar de la fiabilidad de los materiales de la misma ya que los soportes de la barandilla estaban oxidados a los pocos meses de instalarlos.
Ha pasado tanto tiempo desde el inicio de las obras que el Instituto Municipal de Deportes (IMD) del Ayuntamiento de Cádiz, encargado de hacerse cargo de ella, ha terminado rescindiendo el contrato con la compañía debido a un parón que parece ser eterno. Si hablamos de responsabilidades es inútil: se pasarán la pelota los unos a los otros al punto de que el propio gaditano no tenga ni idea de quien debe solucionarlo.

En unas semanas llegará el otoño y con él las lluvias y los temporales. Algo contra lo que no se puede luchar y que, sin duda, dificultarán la finalización de la obra. Por desgracia, aquí en Cádiz estamos acostumbrados a ello: el Pabellón Portillo lleva diez años en obras, las del Hospital nuevo, que se vendieron como el gran proyecto de la Junta, ni se empezaron, el teatro de verano José María Pemán lleva otros tantos a medio empezar con el considerable deterioro de los materiales por no hablar de los daños en el Castillo de San Sebastian ocasionados por la tormenta Emma.
A Roma, la llaman la ciudad eterna porque por ella parece no pasar los siglos. Mantiene su aspecto clásico que tanto encadila a quien la visita. Nuestra ciudad podría ser bautizada con el mismo apodo aunque por diferentes razones: Cádiz, la ciudad eterna, por la cantidad de obras que se comienzan y no se terminan. Una lástima.
@ManoloDevesa