La nueva censura

Afortunadamente aquel 20 de noviembre de 1975 las ilusiones de muchos españoles cobraron fuerza tras la muerte del dictador Franco. Se vislumbraba a lo lejos la democracia de la que tanto hablaban y que parecía más una utopía que algo que podía hacerse realidad. Hablar con libertad sin que ello tuviera consecuencias negativas. Dialogar y dar la opinión sin que la censura hiciera de las suyas estaba cada vez más cerca.

La censura ha vuelto a nuestras vidas de una forma mucho más encubierta

Sin embargo y más de cuarenta años después, en medio de un surrealista debate en el que aun se cuestiona la salida de Franco del Valle de los Caídos, la censura ha vuelto a nuestras vidas de una forma mucho más encubierta. En la obsesión por lo políticamente correcto y en una demagogia en su mayoría innecesaria se encubre la nueva censura. Así que ahí me tienen estrujándome las neuronas para hablar de temas que no alteren al personal y esto no acabe como el rosario de la aurora. Si hablamos de inmigrantes mal, si tocamos el tema de Franco peor y si hacemos balance de la primera legislatura de Kichi o la corrupcion de los partidos tradicionales podemos acabar incluso en los juzgados.

¿Se siente usted libre para opinar en las redes sociales o en una reunión con amigos de temas tan polémicos como la religión o la política sin que eso no le acarree algún problema? ¿Ha sentido alguna vez las miradas de desaprobación cuando hemos opinado algo que probablemente se salía de lo políticamente correcto?

Las redes sociales se han convertido en jueces implacables donde tan pronto te califican por tus opiniones como directamente te insultan. Te autovaloran y colocan donde ellos creen que deben hacerlo sin la más remota idea. Hace poco escuché algo que me pareció totalmente demoledor: «Si alguien dice que no es ni de derechas ni de izquierdas es que es un facha« No niego que en muchos casos sea así, pero generalizar de esa manera me parece algo absolutamente peligroso.

A lo largo de estas columnas de opinión que continuaré escribiendo me han colocado en los dos extremos. La moda de lo política y extremadamente correcto nos ha llevado a situaciones del todo surrealistas. No hay censura pero si algo que nos coarta la libertad para opinar libremente. Por no hablar de la falta de respeto que eso es otra: aquí bajo la mal entendida libertad de expresión te pueden llamar hijo de puta y tienes que recibirlo encima con una sonrisa en los labios.

Causas tan importantes y contra las que hay que luchar unidos como el racismo, la corrupción, la homofobia, el independentismo o el machismo se han convertido en ocasiones en auténticas charlotadas por culpa de personas que no han sabido hacer una defensa seria y en su intento se han quedado en una parodia. Algo que no ayuda en absoluto a erradicar ninguno de los problemas que tanto preocupan a los ciudadanos. El secreto no es otro, por muy antiguo que les parezca, que el respeto y la coherencia.

@ManoloDevesa

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